Uno piensa… ¿cómo habría reaccionado yo, si hubiese coincidido, en ser yo un judío de aquella época  y haber  visto al Señor? Hay que tener en cuenta, varias consideraciones, para enjuiciar las conductas de las distintas personas de aquella época, Primeramente en el aspecto espiritual de aquellas almas, es de considerar que ninguna disponía de una inhabitación de la Santísima Trinidad en sus almas, nadie estaba inhabitado trinitariamente, ni siquiera los mismos apóstoles hasta que les llegó el día de Pentecostés.

Ninguna alma, estaba aún redimida, pues el Señor había llegado para cumplir una misión que aún no estaba realizada. El pueblo de Israel, incluidos los mismos apóstoles, guardaban la ley de Moisés, unos preceptos contenidos esencialmente en los cinco libros del Pentateuco, que la casuística de las sucesivas generaciones fue deformando el espíritu de la Ley para dejarla convertida en un inacabable relación de preceptos de cumplimiento material que destrozaban la propia esencia de la ley. Pero ellos no eran conscientes de esta circunstancia y el valor de la palabra mosaica dada por los rabinos y fariseos era absoluto.

Religiosamente había dos grandes sectores uno el de la clase aristocrática que era el de los saduceos, nombre que proviene del gran sumo sacerdote Sadoc, cuyo lema era: “no te separes de la mayoría”. En el antiguo Israel, como seguían creyendo los saduceos, Dios era realmente solo un Dios de vivos, los muertos ya no pertenecían al ámbito de su poder, estos solo seguían viviendo en sus hijos. De aquí que lo saduceos no creyesen en la resurrección de los muertos. Los fariseos provenían de clases medias. En cuanto a la masa del pueblo, era más o menos devota, más o menos observadora de los ritos, pero, generalmente, odiaba a los saduceos y respetaba a los fariseos.

La mayoría incluidos los fariseos, creían en la llegada de un Mesías enviado de Yahveh, que les libraría de la opresión de los odiados romanos, mediante medios materiales, A tal efecto había un secta llamada de los zelotes, que era la más activa en sus acciones contra los romanos. El sicario era un zelota, y su nombre deriva del nombre latino de “Sica”, que significa puñal corto, que el sicario utilizaba para matar aisladamente al romano. Eran la vanguardia de los zelotas. En el año 70 cuando las legiones romanas de fueron los últimos defensores de la fortaleza de Masada. Las legiones romanas que derrotaron a los judíos, estaban mandadas inicialmente por Vespasiano, general romano elegido por Nerón. A Vespasiano una vez que fue emperador le sucedió su hijo Tito, que también llegó a ser emperador y derrotó totalmente a los judíos.

 Ningún israelita imaginaban que el Mesías, más se iba a ocupar de sus almas que de sus cuerpos. Este fue un factor determinante en la no aceptación de Cristo, el ungido. Como se expresaría hoy en día,  Cristo no respondía al perfil,  que los judíos tenían de cómo habría de ser el Mesías. Desde niños los rabinos les daban un imagen distinta de cómo iba a ser el Mesías. Una imagen material más que espiritual. Los apóstoles no eran distintos en cuanto también tenían la idea, de un Mesías guerrero, que iba a aplastar a los romanos.

Vista esta situación mental en la que se encontraban los israelitas, ¿Cómo se realizó el cambio, de sus ments en aquellos que siguieron al Señor? Que desde luego no fueron muchos. Aquí entra en valor la función de San Juan Bautista verdadero introductor del Señor. Las antiguas profecías, hacían muchas referencias a lo que había de pasar, incluida toda la sucesión de actos de la Pasión, muerte y Resurrección del Señor. Pero en época del Señor, ya no quedaban profetas en Israel. San Juan Batista, no puede catalogarse como un profeta, aunque muchos los tuvieron por tal. Su función no fue la de profetizar, sino la de preparar los caminos de Señor.

En el canto del “Benedictus”, que exclamó Zacarías, el padre de San Juan el Bautista al nacimiento de este cuando recovó el habla dijo: “76 Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues tú irás delante del Señor para preparar sus caminos, 77 para dar a conocer la salvación a su pueblo con la remisión de sus pecados, 78 por las entrañas misericordiosas de nuestro Dios, en las que nos visitará el (astro) que surge de lo alto, 79 para iluminar a los que están sentados en tinieblas y sombras de muerte, para enderezar nuestros pies por el camino de la paz”. (Lc 1,76-7980). No cabe duda que San Juan Bautista, era el enviado por delante, porque: 2 bajo el pontificado de Anás y Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto, 3 y vino por toda la región del Jordán predicando el bautismo de penitencia en remisión de los pecados, 4 según está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: Voz que grita en el desierto: Preparad los caminos del Señor, enderezad sus sendas 5 Todo barranco será rellenado, y todo monte y collado allanado, y los caminos tortuosos rectificados, y los ásperos igualados. 6 Y toda carne verá la salvación de Dios”. (Lc 3, 1-6).

Los judíos al ver las actuaciones de San Juan el Bautista, quisieron saber quién era él: “19 Y este fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él desde Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle: ¿Quién eres tú? 20 El confesó, y no negó; confesó: Yo no soy el Cristo. 21 Y le preguntaron: ¿Qué, pues? ¿Eres tú Elías? Él dijo: No lo soy. ¿Eres tú el profeta? Respondió: No. 22 Entonces le dijeron: ¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo? 23 Dijo él: Yo soy voz del que clama en el desierto: Rectificad el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías. 24 Los enviados eran fariseos. 25 Y le preguntaron: ¿Por qué, pues, bautizas, si no eres tú el Cristo ni Elías ni el profeta? 26 Juan les respondió: Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, 27 que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia. 28 Esto ocurrió en Betania, al otro lado del Jordán, donde estaba Juan bautizando”. (Jn 1,19-28). Más tarde eñ Señor se le presentó a San Juan Bautista, para que le bautizara: “13 Vino Jesús de Galilea al Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. 14 Juan se oponía, diciendo: Soy yo quien debe ser por ti bautizado, ¿vienes tú a mí? 15 Pero Jesús le respondió: Déjame hacer ahora, pues conviene que cumplamos toda justicia. Entonces Juan se lo permitió. 16 Bautizado Jesús, salió luego del agua; y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre el, 17 mientras una voz del cielo decía: “Este es mi hijo amado, en quien tengo mis complacencias"“. (Mt 3,13-17).

Cuando el Señor comenzó su labor en el año 28, San Juan Bautista le envió al Señor unos mensajeros para preguntarle y Él, si era el Mesías o había de esperar la llegada de otro, el Señor manifestó: “24 Cuando se hubieron ido los mensajeros de Juan, comenzó Jesús a decir a la muchedumbre acerca de él: ¿Qué habéis salido a ver al desierto? ¿Una caña agitada por el viento? 25 ¿Qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido con molicie? Los que visten suntuosamente y viven con regalo están en los palacios de los reyes. 26 ¿Qué salisteis pues, a ver? ¿Un profeta? Sí, yo os digo, y más que profeta. 27 Este es aquel de quien está escrito: “He aquí que yo envié delante de tu faz a mi mensajero, que preparará tu camino delante de ti”. 28 Yo os digo; no hay entre los nacidos de mujer profeta más grande que Juan; pero el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él. 29 Todo el pueblo que escuchó y los publicanos conocieron la justicia de Dios, recibiendo el bautismo de Juan, 30 pero los fariseos y los doctores de la Ley anularon el consejo divino respecto de ellos no haciéndose bautizar por él. 31 ¿A quién, pues, compararé yo a los hombres de esta generación y a quién son semejantes? 32 Son semejantes a los muchachos que, sentados en la plaza, invitan a los otros, diciendo: Os tocamos la flauta, y no danzas/teis; os cantamos lamentaciones, y no llorasteis. 33 Porque vino Juan el Bautista, que no comía pan ni bebía vino, y decíais: Tiene demonio. 34 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: Es comilón y bebedor de vino, amigo de publicano y pecadores. 35 Y la sabiduría ha sido justificada por todos sus hijos”. (Lc 7,24-35).

Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

Otras glosas o libros del autor relacionados con este tema.

  1. Libro. BUSCAR A DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461164516
  2. Libro. ENTREGARSE A DIOS.- www.readontime.com/isbn=8460975940
  3. Libro. CONOCIMIENTO DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461179107
  4. Libro. MILAGROS EN LA EUCARISTÍA.- www.readontime.com/isbn=9788461179091
  5. Libro. LA SED DE DIOS.- www.readontime.com/isbn=9788461316281   
             La fecha que figura a continuación de cada glosa, es la de su publicación en la revista ReL, en la cual se puede leer la glosa de que se trate.

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