El recuerdo del apóstol Santiago, al que hemos celebrado ayer mismo, perdura con intensidad, y de hecho, se le venera, según es sobradamente conocido, como santo patrono de la tierra que quiso conquistar y en la que, aunque no la conquistara, sembró la semilla que sirvió para que pocos decenios después sus discípulos pudieran completar su incipiente cristianización. Una cristianización que traerá consigo otros importantes logros como el reconocimiento de los derechos individuales, la asunción individual de la responsabilidad, la igual dignidad de todas las personas independientemente de su sexo, su raza, su nacimiento o su riqueza, o la libertad que es patrimonio de todo hombre.
 
            Es desde luego no poco reconocimiento, tratándose España como se trata, de una de las grandes naciones del mundo y de la historia. Pero Santiago Apóstol bien podría ser considerado, además, y con toda justicia, santo patrono de Europa, engrosando una nómina que es de las más gruesas entre las de los patronazgos, en la que ya militan los hermanos San Cirilo y San Metodio (pinche aquí si desea conocer algo más sobre estos dos hermanos), San Benito de Nursia (haga lo propio aquí si le interesa su biografía), Santa Catalina de Siena, Santa Brígida de Suecia y Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
 
            Existen para avalar semejante propuesta tres buenas razones como poco. La primera, la de haber sido Santiago, entre los apóstoles, uno de los pocos que predicó en Europa, junto con San Andrés, San Pedro y San Juan, y si quieren Vds., también San Pablo, bien que en puridad San Pablo, aunque conocido como “el apóstol de los gentiles”, no fuera propiamente “uno de los Doce”. De entre todos ellos el primero en el tiempo, por cierto, pues decapitado como lo es en el año 44, quiere ello decir que como tarde estuvo en España en el 43, es decir apenas unos diez años después de la crucifixión de Jesús.
 
            En segundo lugar porque como se sabe, “Santiago y cierra España” es el patrocinador de la gran empresa de recristianización de España a través de la Reconquista, con la que quedan establecidas definitivamente las fronteras meridional y occidental del continente europeo que hunde sus raíces, como bien decía el santo Papa Juan Pablo II, en el cristianismo.
 
            Pero en tercer lugar lugar, y sobre todo, porque la noticia del hallazgo de sus restos mortales en el Campus Stellae en el año 825 por el Obispo Teodomiro de Iria Flavia, correrá como la pólvora por todo el continente europeo, iniciándose el proceso que culminará en la creación de la ruta más importante que atravesaba Europa, verdadero monumento de lo que luego será la Unión Europea, la que se dará en llamar, no sin justicia, Jacobea, y recorren los peregrinos desde todos los puntos de Europa hasta el finis terrae (el fin de la tierra) en el gran occidente español, Galicia, para venerar sus restos.
 
            Santiago, de hecho, viene actuando como el más celoso patrón de Europa incluso antes de ser el primer apóstol mártir. A lo mejor era el momento de que Europa por fin, se lo reconociera.
 
            Y sin más por hoy, que hagan Vds., queridos amigos, mucho bien y no reciban menos.
 
 
            ©L.A.
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