Se habla mucho de educar en valores, de la carencia de principios que rijan nuestra vida, de un estilo de vida provisional, como si no hicieran falta los cimientos para edificar. Por esta razón muchas vidas se vienen abajo, como un castillo de naipes que apenas tiene ningún contrafuerte. Y ahí andamos. Se difunden ideologías sin contrastar con nuestra condición de hombres libres, con una dignidad que no se puede vejar como si fuera un detritus.

                El profesor Villapalos, en el prólogo a “El libro de los valores” (Planeta-Testimonio), haciendo una crítica a la masa amorfa que hoy llena nuestra sociedad, afirma: Como nada les importa y pasan d todo, no lo harán, pero si fuera un partido político y lo intentaran, arrasarían, por desgracia, en las próximas elecciones. En el nuestro y en cualquier otro país. Son legión, y podrán agruparse bajo las siglas QMD (¡Qué más da…!) o en TDI (Todo da igual).


                Vas en el metro, entras a una tienda, en las peluquerías, en el bar, en la facultad o en el banco, te sientas en la oficina o ante la tele, en la redacción del periódico o a la mesa familiar, y es como un leitmotiv permanente, como una cantinela adocenada, pesimista y descorazonadora: “Bueno, es igual; total…¡qué más da!”.

                Como afirma el profesor se ha generalizado la actitud de encogerse de hombros, y se desprecian las energías que todos tenemos, debemos tener, para afrontar las responsabilidades de la vida. Hay una crisis de vida. Poca ilusión por llenar nuestra historia de hechos valiosos, perdurables. Hay realmente desaliento, desencanto, como un cierto hastío ante personas que nos fallan, programas que no se cumplen, intereses creados ante cualquier proyecto… Miramos demasiado hacia abajo, y se nos ha olvidado que hay un mundo superior que es el que debe marcar la pauta al ser humano, llamado a la eternidad. Villapalos cita una tajante afirmación de un Congreso de Educación en Valores celebrado hace unos años: “Se ha pasado de una ética del esfuerzo a una ética de la diversión”.  Y esto en un ámbito bastante generalizado.  Tal vez los países mediterráneos tengamos un mayor peligro por nuestra peculiar psicología.

                Dedicaremos algunos artículos al tema que, evidentemente es de urgente interés.  Pero debemos aclarar que aquí partimos no de un concepto utilitario, a la carta, de los valores que me interesan. Nuestra rampa de lanzamiento es la concepción cristiana de la vida, que cuenta como elemento fundamental la dignidad del hombre, creado a imagen de Dios, y que busca la Verdad, porque pretende ser libre.

                El verano no es un tiempo muy propicio para mantener a raya las prioridades éticas y morales. Pero, por otro lado, puede ser un buen campo de entrenamiento para ejercitarnos en programas de servicio familiar y social que, tal vez, durante el curso normal nos cueste más trabajo atender. Sería muy bueno al iniciar las vacaciones hacernos un plan llevadero, realista, con algunas metas concretas, dejando tiempo para el cuerpo y para el alma. Es decir, que el tiempo libre es para el hombre completo. Que podamos llegar hasta el final sin haber dado ningún paso en falso, o hacia atrás. Merece la pena intentarlo.

                ¿Qué les diremos a los responsables de la vida pública? Que ellos también son personas. Que miren más lo que pueden hacer que los votos que pueden conseguir. Les pagamos entre todos, que no nos defrauden. Somos personas con derechos humanos. Las ideologías han de respetar la verdad y la libertad.   

Juan García Inza
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