En todos los sacramentos se nos comunica el don del Espíritu Santo con su actuación específica, su gracia particular. 




Cada sacramento, en su modalidad específica, nos permite participar de la Unción del mismo Cristo; su Humanidad glorificada es la fuente del Espíritu Santo para ungirnos a nosotros; de modo particular, visible, expresivo, en aquellos sacramentos en los que se emplean los óleos santos, por el valor de la unción sacramental:
 
"En los Hechos de los Apóstoles, Pedro alude también a la unción que recibió Jesús, cuando recuerda "cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo Él pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo" (Hch 10,38). Así como el aceite penetra la madera o las otras materias, de la misma manera el Espíritu Santo penetra todo el ser del Mesías-Jesús, confiriéndole el poder salvador de curar los cuerpos y las almas. Por medio de esta unción con el Espíritu Santo, el Padre realizó la consagración mesiánica del Hijo" (Juan Pablo II, Audiencia general, 24-octubre1990).
 
El Espíritu Santo no es una fuerza alocada, impulsiva, al margen de la Iglesia y de la liturgia -como muchas veces se le presenta- sino que es precisamente la Iglesia el lugar donde florece y se da el Espíritu Santo y la liturgia sacramental es viva porque el Espíritu, presente en ella, se comunica por medio de los sacramentos. Sí, el Espíritu y toda gracia se nos dan por la liturgia. ¿Cuál es la acción del Espíritu Santo?
 
 

"El es el Santo y el santificador por excelencia; es el Paráclito, nuestro patrono y consolador; es el Vivificador; es el Liberador; es el Amor; es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, la gracia increada que habita en nosotros como manantial de la gracia creada y de la virtus de los sacramentos; es el Espíritu de la verdad, y la unidad, es decir, el principio de la comunión y, por lo mismo, el fermento del ecumenismo, es el gozo de la posesión de Dios; es el dispensador de los siete dones y de los carismas, es el fecundador del apostolado, el sostén de los mártires, el inspirador interior de los maestros exteriores; es la voz primera del magisterio y la autoridad superior de la jerarquía; y es, finalmente, la fuente de nuestra espiritualidad: fons vivus, ignis, caritas et spiritalis unctio" (Pablo VI, Audiencia general, 26-mayo1971)
 
 El Espíritu Santo es un Don y una Gracia en el sacramento de la Unción de los enfermos.
 
Es el Espíritu Consolador que se derrama sobre el enfermo mediante el óleo santo:
 
"La antinomia que parece existir entre el sufrimiento y la alegría se supera gracias a la acción consoladora del Espíritu Santo. Al configurarnos con el misterio de Cristo crucificado y resucitado, el Espíritu nos abre desde ahora a la alegría que llegará a su plenitud en el encuentro bienaventurado con el Redentor" (Juan Pablo II, Mensaje para la XIII Jornada mundial del Enfermo, 2005).
 
Recordemos cómo en el sacramento de la Unción de enfermos, el sacerdote impone las manos sobre la cabeza del enfermo, pausadamente, comunicando el Espíritu, y luego al ungirlo, recita esta fórmula sacramental que pone de relieve la actuación del Espíritu Santo:

Por esta santa Unción y su bondadosa misericordia
te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo.
R/ Amén.

Para que libre de tus pecados te conceda la salvación
y te conforte en tu enfermedad.
R/ Amén.