"Vosotros sois..."
 
Definiciones del Señor para sus discípulos que afectan a la verdad de nuestro ser. 
 
¿Qué somos? Una fuerza arrolladora del Bien en el mundo. 
 
 
Hemos sido transformados por el mismo Señor: Él nos ha dado la verdadera sabiduría que da sabor a nuestra vida. Él es la verdadera sal que ha dado sabor al mundo y se ha disuelto para penetrar más eficazmente en todas las cosas por su cruz, su sepultura y su resurrección.
 
Él es la verdadera Luz del mundo; quien le sigue no camina en tinieblas sino que tiene la luz de la vida. 
 
Él, iluminando, ha sido puesto en lo alto del candelero de la Cruz para que alumbre a todos los de casa.
 
Y de lo que hemos recibido, eso damos; y de lo que somos, eso mismo vamos a reflejar y entregar: ser sal y luz en el mundo, porque la vida cristiana es continua misión y presencia, vocación con un envío al mundo.
 
 

"En el Evangelio de este domingo el Señor Jesús dice a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14). Mediante estas imágenes llenas de significado, Él quiere transmitirles el sentido de su misión y de su testimonio. La sal, en la cultura medioriental, evoca diversos valores como la alianza, la solidaridad, la vida y la sabiduría. La luz es la primera obra de Dios Creador y es fuente de la vida; la misma Palabra de Dios es comparada con la luz, como proclama el salmista: "Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino" (Sal 119,105). Y de nuevo en la Liturgia de hoy, el profeta Isaías “Si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía" (58,10). La sabiduría resume en sí los efectos beneficiosos de la sal y de la luz: de hecho, los discípulos del Señor son llamados a dar nuevo “sabor” al mundo, y a preservarlo de la corrupción, con la sabiduría de Dios, que resplandece plenamente sobre el rostro del Hijo, porque Él es la “luz verdadera que ilumina a cada hombre" (Jn 1,9). Unidos a Él, los cristianos pueden difundir en medio de las tinieblas de la indiferencia y del egoísmo la luz del amor de Dios, verdadera sabiduría que da significado a la existencia y a la actuación de los hombres" (Benedicto XVI, Ángelus, 6-febrero-2011).