EL HERMANO SALOMÓN, EN 2016
LAS CARMELITAS DE COMPIÉGNE, EN 2022
 
Son 17 los santos de la persecución religiosa de la Revolución Francesa. La libertad, igualdad y fraternidad provocó un reguero martirial para la Iglesia Católica en aquella nación.  Dentro de los diferentes sucesos, sin lugar a dudas, la Guerra de la Vendée (1793-1796) es considerado el "primer genocidio de la Historia Moderna".
 
SAN SALOMÓN LECLERCQ (1745-1792) hermano de las Escuelas Cristianas, al ser canonizado en 2016 se convirtió en el primer santo de la Revolución Francesa. A diferencia de sus cuatro hermanos, Nicolás acudió a la escuela comercial que los Hermanos de las Escuelas Cristianas dirigían en Boulogne-sur-Mer (Calais, junto al Canal de la Mancha). Esta circunstancia, unida a la educación cristiana que recibía en su familia, preparó el terreno para su futura vocación. El 25 de marzo de 1767 entró en el noviciado de Saint-Yon en Ruan. Emitió sus votos en 1769 y en septiembre de 1770 fue enviado a enseñar en Maréville. Hizo su profesión perpetua en 1772. Ese mismo año fue nombrado ayudante del Hno. Lothaire, director del noviciado de Maréville, y al año siguiente fue destinado él mimo a asumir la dirección. En 1777 fue nombrado "procurador" de aquella gran casa. Permaneció en dicho cargo solamente tres años, porque en 1780 fue enviado a enseñar matemáticas al escolasticado abierto de Melun. Una vez cumplidos los 15 años de profesión perpetua exigidos por la Regla, participó en el Capítulo General de 1787. Fue nombrado secretario del Capítulo, terminando él fue llamado a desempeñar esa misma función bajo la dependencia directa del hermano superior general.

Llegaron los años turbulentos de la Revolución francesa. En 1791, cuando los hermanos y el mismo superior general se vieron obligados a abandonar la casa situada en la Rue Neuve, con la esperanza de que pasara el temporal, quedó él solo para custodiarla. Aun vestido con traje civil, no debió pasar inadvertido, ya que acudía a la iglesia en la que celebraban misas los sacerdotes que no habían prestado juramento o escapado.

El 15 de agosto de 1792 guardias revolucionarios franceses entraron a su casa, lo arrestaron y lo condujeron al convento de las Carmelitas. En septiembre fue ajusticiado en el jardín, teatro de una de las más terribles matanzas que tuvieron lugar durante aquellos años turbulentos: 166 entre sacerdotes y religiosos, encarcelados por haberse negado a jurar la Constitución Civil del clero, fueron masacrados allí sin ningún juicio y sus cuerpos echados a un pozo o sepultados en fosas comunes excavadas en el jardín.

LAS CARMELITAS DE COMPIÈGNE. En la entrada anterior recordábamos que hace unos días el papa Francisco autorizó el proceso de canonización por equipolencia de las carmelitas de Compiègne guillotinadas durante la Revolución Francesa. Las 16 carmelitas fueron condenadas a la guillotina y asesinadas el 17 de julio de 1794, acusadas de “fanatismo y sedición”. Un proceso de equipolencia significa que no hay necesidad de reconocer un milagro intercedido a través de las beatas para que eventualmente sean canonizadas. La autorización de proceso de canonización por equipolencia fue concedida en respuesta a una solicitud de la Conferencia Episcopal de Francia.

Durante el período más agudo del anticlericalismo de la Revolución Francesa, los monasterios y los conventos fueron suprimidos. Las monjas carmelitas del monasterio de Compiègne rechazaron secularizarse y se negaron a clausurar el monasterio por lo que fueron arrestadas en junio de 1794. Sucedió durante el llamado Terror. Las religiosas fueron encarceladas en Cambrai. Más tarde, las monjas carmelitas fueron trasladadas a París.

Allí fueron juzgadas y sentenciadas a muerte por alta traición. La sentencia se llevó a cabo el 17 de julio de 1794, día en el que las religiosas fueron guillotinadas. La ejecución tuvo lugar en la Place de la Nation, antigua Place du Throne, en París, donde el 17 julio de 1794 se llevó a cabo la sentencia las monjas fueron guillotinadas el 17 de julio de 1794. Una a una, las monjas subieron al patíbulo a las 8 de la noche, mientras entonaban cantos gregorianos. Tras la ejecución, los cuerpos de las monjas fueron enterrados en una fosa común del cementerio de Picpus. Fueron beatificadas por san Pío X el 27 de mayo de 1906.

426 BEATOS 
 
La llegada del siglo XX traería los frutos renovados de aquellos cientos de mártires que serían elevados a los altares: las primeras en ser beatificadas fueron las 16 carmelitas de Compiègne.
 
Luego siguieron las 11 hermanas ursulinas de Valenciennes; 4 Hijas de la Caridad de Cambrai; 32 religiosas adoratrices y ursulinas, conocidas como Mártires de Orange, que fueron guillotinadas. Tras la beatificación del sacerdote Noël Pinot, llegó el grupo más numeroso de los hasta ahora elevados a los altares; se trataba de los tres obispos diocesanos Juan María de Lau, François-Joseph de la Rochefoucald-Maumont y Pierre-Louis de la Rochefoucald-Bayers y, junto a ellos, 188 compañeros de las matanzas de septiembre.

Tras este grupo, tres padres de la Congregación de la Misión: Luis José François (bajo estas líneas, a la izquierda de la estampa), Juan Enrique Gruyer (bajo estas líneas, a la izquierda de la estampa) y Pedro Renato Rogue.

Pío XII beatificaría al sacerdote Juan Bautista Turpín de Cormier y a 18 compañeros, a los que conocemos como los mártires de Laval. Decenios después, como ya recordábamos en las entregas anteriores, san Juan Pablo II beatificaría a dos grupos numerosos: los 64 mártires de los “pontons de Rochefort”, en 1984; y los 99 mártires que murieron en Angers en el bienio 1793-94.
 
En el siglo XXI, bajo el pontificado de Benedicto XVI, subirían dos religiosos más:  la religiosa vicentina beata Margarita Rutan, mártir decapitada durante la Revolución Francesa el 7 de abril de 1794, cuando era superiora del hospital local de Dax (beatificada el 19 de junio de 2011) y el beato Pierre-Adrien Toulorge, de la Orden Premostratense, que murió guillotinado el 13 de octubre de 1793 (beatificado el 29 de abril de 2012).

 
MÁS CAUSAS

Jean de Viguerie en su obra Cristianismo y revolución (Madrid 1991) nos recuerda que hay otras “causas” en vías de estudio que seguramente desembocarán en nuevas beatificaciones. Se trata entre otras de:
  1. Jean Poulin, sacerdote, nacido en Arras, ejecutado el 22 de agosto de 1793, y otras 157 víctimas de la misma ciudad ejecutadas entre 1793 y 1798.
  2. André Ignace Joseph Gousseau, sacerdote, nacido en Valenciennes, ejecutado el 19 de octubre de 1794, y otros 46 sacerdotes y religiosos ejecutados en la misma ciudad entre 1792 y 1799.
  3. Thomas Merle de Castillon, nacido en Aiguillon, ejecutado en Lyon en 1793, y otras 71 personas ejecutadas en Lyon entre 1792 y 1794.
  4. Cinco capuchinos ejecutados en Nîmes el 14 de junio de 1790.
  5. 39 sacerdotes y religiosos ejecutados en L´Île-Madame entre 1793 y 1795.
  6. 110 niños menores de siete años masacrados en Lucs-sur-Boulogne en La Vendée por los soldados de la “columna infernal” del general Cordellier.



La lista en sí ya es impresionante, pero el historiador, sin esperar la decisión de la Iglesia, puede añadir a ella innumerables víctimas que perdieron la vida en defensa de su fe. Aparecen en todas las regiones de Francia: en Nantes, los cientos cuarenta y tres sacerdotes ahogados en Loire a finales de 1793… ¿Cuántos en total? Quizá dos mil; probablemente, más” (pág. 287ss).
 
Demasiados cambios en solo quince años

Los años siguientes registraron periodos de distensión y de nuevas represiones. La persecución religiosa se recrudeció bajo el Directorio jacobino (1797‑1799), cuando los franceses ocuparon Roma y se proclamó la República romana. El papa Pío VI, anciano y enfermo, fue deportado a Siena, Florencia y, finalmente, a Francia. El 29 de agosto de 1799, en la ciudadela de Valence‑sur‑Rhóne, falleció Pío VI a los ochenta y un años de edad. Algunos revolucionarios exaltados proclamaron a los cuatro vientos que había muerto el último papa de la Iglesia.

En este tiempo, se pasará de la monarquía absolutista de Luis XVI a la Revolución y al Terror de la mano de Robespierre. Quince años después, el 2 de diciembre de 1804, asistiremos sobrecogidos a la autocoronación de Napoleón Bonaparte como Emperador de la República Francesa.