Año del Señor 2019
30 de enero
 
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
LA HISTORIA CONTINÚA
 
Como contábamos hace unos días, estamos haciendo una gran cantidad de pulseras para otras hermanas. Pero, ya que la cantidad era desbordante como para hacerlo solo entre las tres que somos en el Noviciado, este lunes les pedimos ayuda a las hermanas de Comunidad. 
 
Cuando tocaban la campana para ir a trabajar, ya lo teníamos todo preparado: goma, alicates, abalorios, las cruces grabadas... de manera que, según iban llegando, les explicábamos cómo hacer. ¡Menuda jornada laboral! 
 
Tengo que reconocer que las monjas me impresionaron mucho. No solo por el entusiasmo que mostraban al querer hacer las pulseras, sino que, además, cuando concluyó el tiempo de trabajo, decidieron por unanimidad seguir haciendo pulseras en el recreo. 
 
-¡Pero si esto es trabajo, dejadlo para otro día! -les decíamos nosotras. 
 
Sin embargo, ellas insistían en continuar después. 
 
Mis hermanas me enseñaron aquel día que esa es la forma más bonita de entregarse: no solo lo justo o lo estrictamente necesario, sino que ellas fueron más allá. 
 
Hay dos recreos al día y es nuestro tiempo de descanso, de expansión, de charlar las unas con las otras sobre la jornada... y ellas habían decidido dejar a un lado su tiempo, dándose únicamente por amor. No vieron su cansancio del día, ni si les apetecía más hacer otra cosa, sino que, sin dudarlo, se lanzaron adelante. 
 
Y es que así es el Amor del Señor. Él no se conformó con crearnos, con amarnos; sino que se entregó a sí mismo sin medir las consecuencias, muriendo en una Cruz para salvarnos y regalarnos así la Resurrección. Tan solo... ¡por Amor! Y eso mismo es lo que nos invita a hacer a cada uno de nosotros. Es la Gratuidad del Amor de Dios, que nos lo da todo para que después también nosotros podamos “dar gratis lo que hemos recibido gratis”. 
 
Hoy el reto del amor es amar yendo un poco más allá. Si has experimentado este amor del Señor en tu corazón, tu ser ya sabe que la felicidad está en no reservárselo para sí. Si normalmente preparas la comida a tu familia, hoy sorpréndeles con algo distinto; si normalmente llegas tarde a casa del trabajo, hoy haz una escapada y pásales a buscar; si normalmente en la oficina das los buenos días, hoy pregunta a ese compañero “¿Cómo estás?”... ¡Son tantas las oportunidades de cada día! Es cierto, acabarás agotado, pero el grado de felicidad no se puede comparar. 
 
Realmente... la felicidad está en tu mano.
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
 
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