El 13 de mayo de 1967, dos años después de que se clausurase el Concilio Vaticano II, a los 50 años de la apariciones de la Virgen a los tres pastorcitos de Cova de Iría, y a los 25 años de la Consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María que había pedido la Señora en Portugal, el Papa Pablo VI viajó a Fátima.

Fue uno de sus 10 viajes fuera de Italia –el primer Papa que lo hacía, que también en esto Montini fue un precursor de todo lo que hoy vivimos– y aprovechó para presentar su exhortación Signum magnum, sobre la Virgen, aludiendo al gran signo celeste del Apocalípsis.

Allí pronunció unas proféticas palabras de advertencia y de denuncia sobre uno de los males que iba a padecer la Iglesia tras el Concilio Vaticano II (y que aún padece y lo que te rondaré morena), con la sustitución de la verdadera fe, la verdadera teología y el verdadero Magisterio, por "ideologías diseñadas para quitar de la fe todo lo que el pensamiento moderno no entiende o no acepta".

Si quiere saber qué dijo, por qué lo dijo y qué dijo después de decir lo que dijo, no deje de entrar en la web de Alfa y Omega. Concretamente, aquí: Fátima, protectora de la Iglesia.

José Antonio Méndez