¿Quién soy? ¿Qué soy? ¿Para qué vivo? ¿Todo acaba aquí? ¿Cuál es mi destino?

Estas son las grandes preguntas que todas las personas, inteligentes o torpes, hombres o mujeres, creyentes o incrédulos… se han hecho a lo largo de toda la historia.


Y, como consecuencia de estas preguntas, a lo largo de los siglos han surgido miles y miles de respuestas. Cada religión, cada pensador, cada filósofo… tiene la suya. Pero lógicamente sólo una de esas respuestas puede ser la verdadera.

Esto nos lleva a una cuestión crucial: ¿Cómo averiguar la verdad, la verdadera respuesta a estas grandes preguntas?

¿Por el estudio? Imposible, pues nadie puede vivir tanto como para estudiar todas las religiones, filosofías… que existen. ¿Por una opinión interior, quizás? Tampoco, pues cada uno tendría la suya, y nadie podría asegurar que su opinión es la cierta, lo cual tampoco resuelve nada.

Nos encontramos pues, en un dilema:

-  O no hay respuesta (lo que nos llevaría a un completo absurdo).

-  O sí hay respuesta.

Aceptado que sí hay respuesta podemos plantearnos la siguiente cuestión: ¿qué condiciones pediríamos a la respuesta para considerarla como la verdadera?

Esas condiciones son, al menos, estas tres:

  1. Que proceda de lo Sobrenatural. Es un salto lógico pues la respuesta a lo Natural no puede encontrarse dentro de lo Natural.
  2. Que se pruebe de manera indiscutible. No puede haber dudas sobre su veracidad y esto ha de ser mediante una prueba definitiva. Y si la respuesta procede de lo sobrenatural, la prueba también ha de tener el mismo origen.
  3. Y que tenga un sistema que garantice que dicha respuesta permanece inalterada a través de los siglos, pues una respuesta mal transmitida deja de ser la respuesta.

Una vez establecidas las condiciones de la respuesta verdadera, podemos empezar a buscar cuál de las doctrinas de hoy en día cumple con ellas. Y nos encontramos que solo la Iglesia Católica las cumple.

  1. Procedente de lo Sobrenatural: Jesucristo es Dios.
  2. Que se pruebe indiscutiblemente: no hay prueba mayor que la auto-resurrección del fundador. Sólo el que da la vida, puede devolverla.
  3. Y que tenga un medio que garantice su fiel transmisión sin corrupción: la Iglesia Católica lo tiene, la infalibilidad Papal.

Si repasamos las demás religiones, teorías…, ni siquiera remotamente cumplen estas condiciones:

-  De Mahoma sólo tenemos su palabra, no dio prueba ninguna de su divinidad o la de su mensaje. Incluso Mahoma, comprendiéndolo, trató de explicar esta situación afirmando que Alá no le había dado el poder de hacer milagros.

-  Respecto a Buda, su doctrina es una filosofía de vida. Nunca dijo que fuera Dios ni enviado de Dios, por más que algunos de sus seguidores tiempo después hayan tratado de convertir a Buda en un dios.

-  La hindú es un amasijo de leyendas unidas a lo largo del tiempo, un sincretismo de creencias incluso contradictorias.

-  Los protestantes al no tener la infalibilidad pontificia, no pueden saber cuál es la verdadera doctrina, y así no pueden resolver las infinitas divergencias que tienen o sus pretendidos (y contradictorios) razonamientos, como predicar la libre interpretación de la Biblia pero negar a la Iglesia Católica la suya.

-  La religión judía fue la verdadera hasta la llegada de Cristo. Después de Cristo la religión verdadera es la cristiana puesto que así lo afirmó Cristo y lo probó con  su Resurrección.

-  Y así, con todas las demás.

Los Tres Mosqueteros