La amistad es la manifestación del amor noble y leal que dos personas se tienen. Ser amigos es sentir en común. Ser amigos es compartir lo que se lleva en el corazón. Los amigos se quieren, se acompañan, se ayu­dan, se dan de corazón.

 

¡Qué ilusión y qué santo orgullo nos produce el saber que somos amigos de Dios! «Ya no os llamaré siervos, sino amigos», dijo el Señor. Y, «El verdadero amigo es el que da la vida por el que ama».

 

Jesucristo tenía amigos, muchos amigos. Y El des­cansaba en ellos. Lázaro, Marta y María son un ejemplo.

 

Y Lázaro está enfermo y le dieron al Señor la noticia: «Señor!, tu amigo está enfermo». Y el Señor lo siente. Y cuando se entera de que ha muerto, el Señor lloró. Y se pone en camino para estar cerca de él.

 

«Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro». Y Jesús te ama a ti con el mismo corazón. Y siente tu en­fermedad. Tu problema. Y sufre contigo. Y le duele tu dolor. Y le inquietan tus preocupaciones. Está pendiente de tu vida. No le olvides nunca. ¡Dios pendiente de ti! Para que luego tú le correspondas tantas veces con la indiferencia, o tal vez con la ofensa premeditada.

 

Lázaro ha muerto y Jesús se pone en camino para re­sucitarlo. Es una vez más el Buen Pastor que sale al encuentro de la oveja necesitada. Tú, muerto tantas ve­ces, has provocado el llanto de Dios. Y se ha puesto en camino para devolverte la vida.



 

«Jesús, viéndola llorar (a María) y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y muy conmovido preguntó: ¿dónde lo habéis puesto? Le contestaron: Se­ñor, ven a verlo. Jesús se echó a llorar. Los judíos co­mentaban: ¡Cómo le quería!»

 

¿Dudas todavía del Corazón de Jesús? ¡Así ama Dios!

Y Jesús le dijo: «Lázaro, sal fuera». Y Lázaro pudo de nuevo gozar de la presencia del Amigo.

 

«Jesús es tu amigo. El amigo. Con corazón de carne, como el tuyo. Con ojos de mirar amabilísimo, que lloran por Lázaro... Y tanto como a Lázaro, te quiere a ti» (Camino n. 422)

 Juan García Inza