Me hacía eco hace poco del importante libro de Robert R. Reilly cuestionando algunos presupuestos comúnmente aceptados en el diálogo católico-musulmán. Al hilo de esas reflexiones encuentro un comentario de Rino Cammilleri que cita a Silvio Solero en su obra "El islamismo, síntesis histórico-crítica" y que confirma la importancia del lenguaje y las trampas que puede albergar.

Escribe Solero: "La escritura occidental moderna, alfabética, expresa todos los sonidos, de todas las lenguas, con sólo treinta caracteres: un niño puede aprender a leer en varios meses. Por el contrario, la escritura árabe exige 800 caracteres tipográficos para imprimir un libro o un periódico: cualquier tipógrafo debe de ser un literato. Se necesitan muchos años para aprender a leer, las traducciones son dificilísimas y es difícil leer con fruto sin conocer a fondo la terminología de la ciencia traducida".

Por eso la superficialidad, los análisis rápidos, simplistas y guiados por las buenas intenciones, son un seguro de error cuando uno aborda la cuestión islámica.