Dice la letra de una canción de Jarabe de Palo: “De vuelta de todo, de vuelta de nada. De vuelta y vuelta, tan joven y de vuelta”. Es posible que te sientas así; has probado tantas cosas, has buscado en tantos sitios… y sin embargo, parece que no has encontrado nada. Estás vacío y cansado, aunque seas joven. Y precisamente porque lo eres, te ríes interiormente cuando alguien te dice que tienes toda la vida por delante, pues quién sabe si en algún momento de desesperación, no se te ha pasado por la mente acortarla…

Cuando llegas a un momento así, en el que tus ojos se van acostumbrando a las tinieblas en que se sumerge tu vida, todo rayo de luz llega a ser algo molesto. Cierras puertas y ventanas, desoyes toda voz, todo consejo, sobretodo si viene de gente que te quiere, y te fabricas una estancia a medida donde únicamente tengan cabida (esta vez por cortesía de Alejandro Sanz) “mi soledad y yo”.

Probablemente, de quien menos quieras oír hablar en un estado así, es de Dios, pues a fin de cuentas, ¿dónde está Dios si tú has llegado a esta miseria de vida? Puede que alguien te haya hablado de Él. Puede que alguien te iniciara en la fe durante tu infancia, o que tuvieras alguna experiencia de fe en la adolescencia. Pero eso te parece ahora tan lejano e inútil como el principio de los tiempos. Incluso aunque tus padres o alguien cercano a ti viva su fe con intensidad. Eso le sirve a ellos, pero ¿y a ti qué? Lo mismo has probado en algún momento con realidades de la Iglesia que tuvieras cerca, y has acabado pensado que no eran para ti.

Pues bien, hay otra canción de un grupo mucho menos conocido (Comisión), que dice “hay un hogar, es un lugar donde yo quiero estar”. Esto es lo que, muy humildemente, quisiera ofrecerte hoy. No pretendo tener unas meras palabras de ánimo, bonitas pero efímeras. Quiero darte la posibilidad de venir a un sitio físico, real. Quiero mostrarte un lugar en el que poder descansarte. Puedes venir cuando quieras, sin dar explicaciones sobre de dónde vienes o a dónde vas. Pues acudir un solo día para nunca más volver, repetir las veces que desees, o quedarte para siempre. Y puedes hacerlo de forma completamente gratuita, con total libertad, sin exigencia ni compromiso alguno.

¿Has de traer algo contigo? Tu vida, en la circunstancia en que ésta se encuentre. Olvida todo prejuicio, y ven con tu corazón roto. Puedo asegurarte que no será una experiencia más, que nunca habrás vivido algo igual, y que merecerá la pena. Total, si ya has probado todo lo demás y no ha llenado tu vida, ¿qué tienes que perder? Será aproximadamente una hora y media, un tiempo que tan fácilmente puedes perder en otras cosas… ¿no querrás probar, aunque sea una sola vez, con algo diferente que puede cambiarte la vida?

¿Qué vas a encontrar allí? Básicamente, te encontrarás con Dios. Si quieres. También con personas muy normales, muy limitadas, que un día decidieron entregarle su vida a Él. O que están planteándose hacerlo. Personas que han vivido o viven lo mismo que tú. Personas que un día vinieron de vuelta de todo, de vuelta de nada, y encontraron sentido a sus vidas. Personas que, si lo deseas, cuidarán de ti, tal cual eres, sin juzgarte.

No creas que me resulta fácil hablarte de esto. Ofrecer lo propio, lo que uno vive, puede parecer presuntuoso, prepotente. Pero no puedo seguir viendo como tú y tantas preciosas personas como tú, os desangráis sin más. Y decirte que hay muchos sitios que podrían servirte, y que escojas uno, sería como encontrarse a un moribundo y soltarle que hay muchos hospitales a los que acudir; que se pida un taxi y que escoja uno. No, permíteme que te lleve hoy de la mano a mi hogar, a mi lugar. Porque veo que allí Dios se derrama a raudales cada semana, que las vidas son tocadas y sanadas, que los milagros son posibles. Y que contigo también puede haberlo. ¿Te animas?

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Un abrazo.