Año del Señor 2018
20 de noviembre 
 
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              
 
SUSURROS AL OÍDO
 
A quién no le ha sucedido alguna vez que, mientras hace alguna cosa, de pronto, le venga a la mente una tarea que se le había quedado olvidada, pero así, sin venir a cuento, sin tener nada que ver con lo que estaba haciendo...
 
Justo este sábado me sucedió a mí. Me había salido un instante de la oración para ir al servicio. Y, cuando ya estaba de vuelta, saliendo por la puerta del Novi, me vino a la cabeza, en lo que parecía un monólogo interno:
 
-Ya es de noche...
 
Y seguido: 
-¿De noche...? ¡¡Uuuyyy!! ¡¡La ropa tendida en la huerta!!
 
Por la mañana la había recogido casi toda, menos esas prendas que tardan más en secarse. Y después, como habíamos tenido una visita, se me había olvidado por completo. Así que me fui corriendo a recogerla. 
 
Fue un instante, como un flash, pero, ¡cómo me llenó de alegría! Porque tenía la certeza de que, con lo olvidadiza que soy, esa ropa podía haberse quedado ahí hasta el día siguiente. ¡Sabía que no era cosa de mi mente!: no era un monólogo, sino un diálogo con Él, que vive pendiente de mis cosas y hasta en los detalles más pequeños se detiene. 
 
Muchas veces pensamos que esto es casualidad, o incluso que soy yo mismo que lo he recordado de repente, pero por los frutos sé que no es así. Porque la alegría que te deja cada vez que te sucede algo así, o cada vez que rezas y aparece un aparcamiento para ti, o cuando recuerdas a última hora que era el cumpleaños de un amigo y le llamas, o cuando vas con prisa y otro te cede el paso en la cola de la compra... esa Alegría es Cristo en persona cuidando de ti, queriéndote, mostrándote que a cada momento del día está contigo. 
 
Pero lo que me pasa aún muy a menudo es que mis oídos no siempre saben distinguir esos susurros del Señor pues, como muchas veces esas pequeñas sugerencias me invitan a servir al otro, a mirar por los demás, a amar... pues quizá me hago “oídos sordos”. 
 
Sin embargo, estoy convencida de que se aprende a escuchar al Señor escuchando a los demás, captando cada pequeño detalle que piden, dando oídos a lo que nos comparten. 
 
Por eso, hoy el reto del amor es escuchar a los demás y darles lo que realmente están necesitando de ti. 
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
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