Lo advertía recientemente el Papa Francisco: “La Virgen no trabaja en Correos ni envía mensajes a diario”.
 
De un tiempo a esta parte he conocido a personas que parecen tener más fe en determinadas apariciones marianas no aprobadas por la Iglesia o en lo que dicen algunas videntes, que en las mismísimas Sagradas Escrituras.

“¿Has leído los mensajes de la Virgen a fulanita de tal? ¿Y lo que dice zutanita en Internet sobre el fin de los tiempos? ¿Es que no sabes que menganita tiene locuciones con Jesús y la Virgen?, comentan como si hubiesen descubierto la piedra filosofal.

Si meditásemos con más frecuencia los Evangelios, sabríamos que lo extraordinario jamás debe sustituir a lo ordinario. ¿Y qué mayor milagro que el de la transubstanciación, por ejemplo? En la Santa Misa está realmente Jesús, con su Madre al pie de la Cruz. Entonces, ¿para qué ir más lejos a buscarle, si Él viene a nosotros?

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