Lo primero que debe consignarse cuando al hebreo que se habla hoy día en Israel nos referimos, es que las lenguas oficiales del país son dos: el propio hebreo, sí, pero también el árabe, junto a los cuales, aunque no oficial, pervive el uso cotidiano del inglés, derivado de los años que duró el mandato británico de la zona entre las dos guerras mundiales. Y todo ello sin detrimento de que, de facto, se utilicen en el país hasta treinta y tres lenguas y dialectos diferentes (¿alguien se imagina en que terminaría Israel, un país con una superficie bastante más pequeña que nuestra Galicia, si a sus habitantes se les ocurriera realizar reivindicaciones soberanistas porque hablan una lengua diferente a la de su vecino?). De hecho, muchas de las señales públicas y de los documentos oficiales en Israel se hallan en hebreo, en árabe y en inglés. A nivel político, en el Gobierno, en el Knesset (Parlamento) el idioma es el hebreo, y también se puede utilizar, aunque casi no se haga, el árabe.
 
            Esto dicho, al hebreo que se habla hoy en Israel se le da en llamar “hebreo moderno”, basado en los diversos dialectos del hebreo y lleno de modismos procedentes de las lenguas que ha hablado el pueblo judío a lo largo de los siglos en los diferentes lugares en los que han habitado: árabe, arameo, yiddish, alemán, amárico (los judíos de origen etíope) etc., y constituye la lengua materna de prácticamente la mitad de la población israelí.
 
            Por cierto que al año 2011, casi un 2% de los israelíes tenían y tienen el español como lengua madre, procedentes en su mayoría de Argentina, pero también de otros países hispanoparlantes: el más ilustre representante de esta comunidad tal vez sea el director de orquesta y compositor Daniel Baremboim, única persona hasta la fecha que ha sido capaz de interpretar Wagner en Israel (). Amén de ello, son también muchos los israelíes que hablan el “ladino” o “sefardí” como lengua madre. De hecho, un organismo oficial vela por la protección de la lengua hispano-judía.
 
            En cuanto al hebreo, era, ya en tiempos de Jesús, una lengua semimuerta, reducida al ámbito de lengua religiosa en la que, eso sí, estaba escrita la mayor parte de la Biblia. Es una lengua que Jesús, sin duda, conoció, aunque no es en la que se comunicaba (), que era el arameo, lengua que había sustituído al hebreo como lengua cotidiana, la cual se puede oír hablar aún hoy en determinadas partes de Siria.
 

           Sin embargo, uno de los puntales del movimiento sionista que funda Teodoro Hertzel es precisamente la recuperación del hebreo como lengua de comunicación. Eliezer Ben Yehuda, nacido en Rusia, creará las primeras escuelas de hebreo, así como un periódico y varias instituciones dedicadas al tema. Gracias a sus esfuerzos se puede decir que ya durante la segunda Aliyah, o inmigración de judíos a Palestina habida lugar entre los años 1905 y 1914, todavía bajo el mandato turco de la zona, el hebreo empieza a convertirse en lengua usada por los primeros israelíes en Palestina.
 
            Cuando en 1948 nace el estado de Israel, el Gobierno adopta la política de exigir a los inmigrantes conocimiento de la lengua e incluso la adopción de un nombre israelí, al tiempo que se desanima el uso del yiddish, que se puede considerar la lengua predominante. En 1953 una ley del Knesset aprueba la creación de la Academia de la lengua hebrea, en el mismo espíritu de las demás academias de la lengua entre las cuales una de las más antiguas la de la lengua española. Por cierto que en 2007 una nueva ley aprueba la creación de una Academia de la lengua árabe. En el sentido contrario, en 2008 parlamentarios israelíes intentaron quitar el status de lengua oficial al árabe, y en 2009 el ministro de transportes anunció la progresiva sustitución de las señales en la carretera para eliminar de ellas el árabe y el inglés y dejar apenas la versión hebrea.
 
 
            ©L.A.
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