Uno más de esos increíbles frailes y curas españoles que han llegado a los más recónditos lugares del mundo y que han hecho las más impagables aportaciones a la historia del género humano, de los que ya conocemos tantos a través de esta columna…

            Hoy nos ocupamos de Francisco Fernández, que llegó nada menos que a Bangladesh, donde seguramente, nunca imaginó ninguno de nosotros que hubiera llegado alguna vez un español…
 
            La historia del cristianismo en Bangladesh, que en español podríamos conocer perfectamente por Bengala Oriental, hunde sus raíces en la llegada a la zona de los marinos y comerciantes portugueses en 1537. Pero para que se produzca la primera evangelización y la erección de la primera iglesia en la zona, aún habrá de pasar no poco tiempo.
 
 

           Francisco Fernández nace, -según reza la humilde placa conmemorativa descubierta el 6 de octubre del año 2000 en Chitagong con motivo de los 400 años de su llegada a la región-, en Villa de Huerta, en Toledo, cosa que acontece en el año 1550. Tras ingresar en la Compañía de Jesús, en 1598, con 48 años de edad, llega a Chitagong desde Cochin, en el sur de la India. Junto a otro compañero levanta en 1599 una iglesia dedicada al Santo Nombre de Jesús, que es la primera vista nunca en la zona. Cuenta para ello con el favor del rey de Arrakán, el Maharaja Pratapaditya, con cuya ayuda, el Padre Fernández construye también una casa de acogida para niños.
 
            Poco sospechaba entonces nuestro jesuita que la casa de acogida era sólo una tapadera para el comercio de niños esclavos, así que en cuanto se percata, se enfrenta al rey. Este se revuelve, y lo manda apalear y encerrar, dejándole en una espantosa prisión en la que vendrá a morir, olvidado de todos, el 14 de noviembre de 1602, hace pues hoy 411 años, convirtiéndose así en el primer mártir del cristianismo en Bengala Oriental. Apenas tenía 52 años de edad. Su cadáver será recuperado y enterrado bajo las ruinas de la iglesia levantada por él y luego destruída.
 
            Como hemos dicho más arriba, una lápida recuerda su presencia en la zona, aunque su muerte martirial no ha venido acompañada del reconocimiento del santoral. Y eso que hasta 300.000 bengalíes orientales de los 165 millones que pueblan hoy día uno de los más pobres países del mundo, Bangladesh, Bengala Oriental, deben hoy a su generoso sacrificio y a su entrega el haber llegado al conocimiento de Jesucristo. Un español más en los confines del mundo: Francisco Fernández.
 
  
            ©L.A.
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