Es evidente que los medios de comunicación y los listos de turno, saben aprovechar cualquier ocasión propicia para formar lío. Pero no un lío eclesial positivo, sino un lío que genera disensos y alejamientos. Esta vez tenemos sobre la mesa 38 preguntas sobre la familia y la pastoral familiar que la Santa Sede ha enviado a los Obispos del mundo. Algunos dicen que se ha enviado para que las contesten los laicos e incluso personas no creyentes. 

Lo cierto es que cada cual lee las preguntas y selecciona las que le interesa para apoyar la tesis de su iglesia ideal. Apoyándose en la selección de preguntas que  resulta más adecuada para los intereses particulares, se postula que el Papa quiere cambiar la doctrina eclesial y poner patas arriba la Iglesia. Algún bloguero, llega a postular que la Iglesia corre hacia una democracia basada en consultas populares y se congratula de que el Papa Francisco hay emprendido ese camino. 

Hace pocas fechas, Mons. Muller, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha dejado claro que la doctrina sobre el matrimonio y el acceso a los sacramentos no está en cuestión. El portavoz de la Santa Sede, P. Federico Lombardi, ha dejado claro que las preguntas no tienen por objetivo un cambio en la doctrina sobre el matrimonio y la homosexualidad. De nuevo me pregunto ¿De dónde vienen entonces las fantasías que se leen en muchos portales, diarios o revistas? 

Detrás de estos líos hay un fino trabajo del enemigo, que no desaprovecha la ocasión para separarnos y cuestionar la figura del Santo Padre. Cuando uno de los extremos eclesiales reclama que el Papa es suyo y que gracias al el por fin han tenido éxito, es normal que el resto de la Iglesia se ponga tensa e incluso se sienta desorientada. 

Con respecto a las 38 preguntas, estamos tan ciegos con las interpretaciones que cada extremo nos da, que olvidamos lo sustancial e importante: el Santo Padre señala que la familia y la pastoral familiar son esenciales para la Iglesia. En el cuestionario aparecen diversas cuestiones sobre circunstancias problemáticas y disfuncionales, pero hay mucho más que será tratado por el Sínodo. 

Por ejemplo, ¿Existe una pastoral de la familia en nuestras parroquias? Porque si no existe una pastoral con las familias que no tienen problemas ¿Cómo vamos a abordar una pastoral que atienda a las disfuncionalidades? Si a las familias no se las acoge, se les forma, se les acompaña dentro de la comunidad ¿Qué sentido tiene integrar en la ausencia de pastoral una serie de personas que llegan heridas, doloridas y llenas de problemas? 

En el caso de que no se cuente con comunidades consolidadas y vivas, poca misericordia podremos ofrecer a quienes se acercan buscando apoyo y consuelo por sus circunstancia vitales. En este sentido, creo que la mayoría de las preguntas están enfocadas a la necesidad de una pastoral familiar consolidada y viva, que sea capaz de afrontar los retos que la sociedad postmoderna nos plantea. 

En el punto 9 del documento que recoge las preguntas, aparece un espacio abierto: Otros desafíos y propuestas. Humildemente, plantearía una serie de cuestiones adicionales que creo que son de importancia: 

¿Se integra a la familia como eje de las parroquias, movimientos o grupos cristianos? ¿Qué pastoral-catequesis-vivencia de la fe se hace desde las familias y en las familias? ¿Pueden existir comunidades vivas sin que la familia forme parte de ellas? 

Creo que la estructura pastoral que divide a la familia en partes y atiende de forma diferente a cada una de ellas, no resuelve el problema de la vivencia-transmisión de la fe. Hoy eres joven y eres “mimado” pastoralmente hablando. Mañana ya no eres joven y la Iglesia te empieza a ignorar. Eres un niño-joven en edad de catequesis pre-sacramental y las estructuras eclesiales están dispuestas para ti. Mientras, tus padres esperan “fuera” hasta que terminas tus actividades. Los padres son responsables de la transmisión del 90% de la fe y curiosamente están fuera de las dinámicas de catequesis-vivencia de la fe, de las parroquias o comunidades. 

Hay mucho que reflexionar sobre la pastoral de la familia normal, además de los “temas espinosos” que a los medios les gusta resaltar.