Herodes Antipas es uno de los principales protagonistas de los Evangelios. Cuando hablamos de los cuatro Herodes del Nuevo Testamento (), ya dijimos que es uno de los cuatro hijos que se reparten el reino de Herodes el Grande a su muerte, que le toca Galilea, y que reinó entre los años 4 a. C. y 36 d. C., abarcando pues la práctica totalidad de la vida de Jesús.
 
            Las menciones a su persona en el Evangelio son muchas, todas ellas en tres de los evangelios, a saber todos menos el de Juan. Mateo y Marcos lo hacen de manera muy parecida, limitando su atención al personaje al episodio que lo vincula a la muerte del Bautista, en circunstancias que tuvimos ocasión ya de analizar en su día ().
 
            Aunque Marcos explique después con toda claridad quiénes son los enemigos de Jesús y los que quieren su perdición:
 
            En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra él para ver cómo eliminarle” (Mc. 3, 6)
 
            Y como Mateo, explicita la participación de esos mismos herodianos en un episodio bien conocido:
 
            “Entonces los fariseos se fueron y celebraron consejo sobre la forma de sorprenderle en alguna palabra. Y le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirle: «Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas el camino de Dios con franqueza y que no te importa por nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues, qué te parece, ¿es lícito pagar tributo al César o no?» Mas Jesús, conociendo su malicia, dijo: «Hipócritas, ¿por qué me tentáis? Mostradme la moneda del tributo.» Ellos le presentaron un denario. Y les dice: «¿De quién es esta imagen y la inscripción?» Dícenle: «Del César.» Entonces les dice: «Pues lo del César devolvédselo al César, y lo de Dios a Dios.»” (Mt. 22, 15-21, similar a Mc. 12, 1317).
 
            Lucas en cambio, sí hace hincapié en la persona del tetrarca galileo, yendo más allá que sus colegas en lo relativo al personaje.
 
            Para empezar, lo utiliza para enmarcar el ministerio de Jesús en los inicios de su Evangelio, lo que hace en estos términos:
 
            En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador de Judea; Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene” (Lc. 3, 1).
 
            Por Lucas sabemos también que Jesús no era ni mucho menos un desconocido para Herodes:
 
            “Se enteró el tetrarca Herodes de todo lo que pasaba y estaba perplejo, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, que Elías se había aparecido, y otros, que uno de los antiguos profetas había resucitado. Herodes dijo: ‘A Juan, le decapité yo. ¿Quién es, pues, éste de quien oigo tales cosas?’” (Lc. 9, 7-9).
 
            Y más aún, que “buscaba verle” (Lc. 9, 7-9) y que “hacía largo tiempo que deseaba verle” (Lc. 23, 8).
 
            No desde luego con buenas intenciones cuando unos fariseos tienen que avisar a Jesús de que “Herodes quiere matarte” (Lc. 13, 32).
 
            Conocemos también la opinión que Herodes le merece a Jesús: “Id a decir a ese zorro” (13, 32)
 
            No se hallaba Jesús tan lejos del entorno del tetrarca cuando como señala Lucas, entre las mujeres que acompañaban a Jesús se hallaba “Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes” (Lc. 8, 1-3)
 
            Y de hecho, el encuentro termina produciéndose, aunque sea cuando ya no hay tiempo para nada, en pleno proceso sobre su vida, y con fatídicas consecuencias para Jesús:
 
            Y, al saber [Pilatos] que [Jesús] era de la jurisdicción de Herodes, le remitió a Herodes, que por aquellos días estaba también en Jerusalén. Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo que deseaba verle, por las cosas que oía de él, y esperaba que hiciera algún signo en su presencia. Le hizo numerosas preguntas, pero él no respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a Pilato” (Lc. 23, 611).
 
            Relata también Lucas que la remisión de Jesús por Pilatos a Herodes será motivo de que uno y otro dirigentes locales se hagan “amigos, pues antes estaban enemistados” (Lc. 23, 13).
 
            Conocemos también cuál fue el final de Herodes Antipas, aunque no en este caso por los textos del Nuevo Testamento, y algún día se lo contaré a Vds., aunque por hoy bien está que vayamos poniendo punto final al relato en los términos que lo tenemos aquí.
 
 
            ©L.A.
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