El 21 de julio de 1983, el párroco francés Alfred Combe, del Departamento del Ródano, mantuvo un encuentro muy revelador con el obispo de Leiria y Fátima entre 1958 y 1972, monseñor Joâo Pereira Venancio, tan ligado a Sor Lucía.

El padre Combe acompañaba entonces a un grupo de peregrinos desde Saint-Etienne (Francia) a Fátima, cuando tuvo oportunidad de ser recibido en privado por el obispo Venancio y charlar durante largo rato con él.

Más tarde, el propio Alfred Combe daba fe del contenido de esa conversación mantenida hace justo 30 años y que hoy, en mi modesta opinión, cobra un significado muy, pero que muy relevante.

En un momento de la entrevista, el padre Combe se quedó perplejo al ver que todo un monseñor como Venancio se arrodillaba a sus pies y, tomando sus manos entre las suyas sin dejar de mirarle, prorrumpió: "Bendito sea usted y gracias, querido Padre, por la labor apostólica que está realizando por Nuestra Señora del Monte Carmelo de Garabandal".

Acto seguido, monseñor Venancio volvió a sentarse y agregó: "Este mensaje dado por la Santísima Virgen en Garabandal es el mismo que Ella dio en Fátima, pero actualizado para nuestros tiempos... Es muy simple: en 1917, en Fátima, la Virgen no nos advirtió de la crisis que sufre la Iglesia hoy y que tanto nos duele: crisis de doctrina, de catecismo, de moral, de liturgia, de disciplina, de sacerdocio, de vida religiosa, etc, y como consecuencia la gran confusión de los fieles".

Monseñor Venancio explicó al padre Combe que no había razón alguna para que la Virgen nos advirtiese de esos peligros en 1917:

"¿Recuerda usted cómo era entonces la piedad eucarística, la devoción mariana, el sentido cristiano del pecado, la frecuente recepción del sacramento de la Penitencia, la liturgia, la fidelidad al Papa como sucesor de Pedro? En Garanbandal, en 1961, la situación era ya diferente. Nosotros no veíamos los grandes peligros que se avecinaban, pero la Virgen Santísima sí".

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