Me gustaría hablar de la entrevista que el P. Spadaro ha realizado a Su Santidad el Papa Francisco. No voy a ocultarles que la entrevista me ha sorprendido en muchos aspectos, por lo que he tenido que releerla unas cuantas veces. Sólo después una tranquila reflexión he empezado a tener claro lo que se dice y no se dice en ella. 

Ante de comentar, voy a compartir un texto de San Atanasio de Alejandría. Puede ser que parezca que no viene a cuento, pero créanme si les digo que sí tiene mucho que ver. 

Nuestra fe es ésta: la Trinidad santa y perfecta, que se distingue en el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo, no tiene nada extraño a sí misma ni añadido de fuera, ni está constituida por el Creador y las criaturas, sino que es toda Ella potencia creadora y fuerza operativa. Una sola es su naturaleza, idéntica a sí misma; uno solo el principio activo, una sola la operación. En efecto, el Padre realiza todas las cosas por el Verbo en el Espíritu Santo; de este modo se conserva intacta la unidad de la santa Trinidad. Por eso en la Iglesia se predica un solo Dios que está por encima de todas las cosas, que actúa por medio de todo y está en todas las cosas (cfr. Ef 4,6). Está por encima de todas las cosas ciertamente como Padre, principio y origen. Actúa a través de todo, sin duda por medio del Verbo. Obra, en fin, en todas las cosas en el Espíritu Santo. El Apóstol Pablo, cuando escribe a los corintios sobre las realidades espirituales, reconduce todas las cosas a un solo Dios Padre como al Principio, diciendo: hay diversidad de carismas, pero un solo Espíritu; hay diversidad de ministerios; pero un solo Señor; hay diversidad de operaciones, pero uno solo es Dios que obra en todos (1 Cor 12,4-6). En efecto, aquellas cosas que el Espíritu distribuye a cada uno proviene del Padre por medio del Verbo, pues verdaderamente todo lo que es del Padre es también del Hijo. De ahí que todas las cosas que el Hijo concede en el Espíritu son verdaderos dones del Padre. Igualmente, cuando el Espíritu está en nosotros, también en nosotros está el Verbo de quien lo recibimos, y en el Verbo está también el Padre; de este modo se realiza lo que está dicho: vendremos (Yo y el Padre) y pondremos en él nuestra morada (Jn 14,23). Porque donde está la luz, allí se encuentra el esplendor; y donde está el esplendor, allí está también su eficacia y su espléndida gracia. (Atanasio de Alejandría. Carta I a Serapión, 28) 

Este texto de Antanasio de Alejandría nos sitúa en un momento de gran incertidumbre en la Iglesia. En el siglo IV se desató una división muy dolorosa en la cristiandad, debido a la irrupción de arrianismo. Esta herejía ponía en duda la eternidad del Verbo y su divinidad. Arrio, su impulsor, propugnaba que la segunda persona de la Santísima Trinidad fue creada por el Padre y por ello es únicamente criatura. 

La gravedad de las herejías no se calibran únicamente por hecho de que unas personas creyeran una cosa y otras personas otra, sino porque cambian el entendimiento de la Revelación de Cristo. 

La Iglesia ha tenido que consolidar constantemente la Tradición Apostólica, ya que siempre existen movimientos que buscan crear otra iglesia, propugnando otros cristos e interpretaciones alternativas. 

San Atanasio señala, con gran certeza, que por encima de los dogmas fundamentales (revelados) la Iglesia no es un todo uniforme. Existen carismas y sensibilidades. La cita de San Pablo es esencial para entender cómo la diversidad interna de la Iglesia procede del mismo Espíritu Santo. Pero todos los carismas deben apoyarse en una doctrina consistente e inmutable o tendremos problemas. Si buscamos alternativas doctrinales, nos encontramos con un problema considerable: los carismas y sensibilidades tienden a crear guetos y aparece la división interna. Por ello es tan importante que tengamos siempre los pies en la tierra de la sana Doctrina, Magisterio y Tradición. 

Tener los cimientos bien colocados no significa que seamos inmovilistas. La Iglesia debe ser consciente de que las condiciones del mundo cambian. Esto produce que haya que buscar nuevas formas de difundir el mensaje de Cristo. El mundo ha sabido desactivar o tergiversar muchos conceptos y palabras de nuestro vocabulario cristiano, generando una nueva Torre de Babel. Además, hoy en día la comunicación se realiza de manera instantánea y cada cual es capaz de interpretar, como crea adecuado, lo que recibe de la Iglesia. Aunque existen referencias externas que determinan como comprender lo que la Iglesia señala, no siempre son referencias inocentes y neutrales. 

Disponer de diversidad de referencias es una oportunidad para el testimonio y al mismo tiempo, un peligro. Los medios de comunicación tienen el poder de sesgar los mensajes y vendernos que otra iglesia es posible y hasta probable. Vender alternativas agradables que se ajustan a nosotros, siempre es rentable a corto plazo. Para ello los medios utilizan las tácticas de manipulación más eficaces, entre las que se cuenta que una mentira repetida constantemente, termina por hacerse verdad. Hay que tener cuidado para no colaborar en este juego sucio y soterrado. 

Sin duda, la entrevista del P. Spadaro es una oportunidad que no debemos perder. Una oportunidad para darnos cuenta si los carismas están en su sitio o se nos revelan con sesgos independentistas. Es una oportunidad para explicar a los demás que el camino para la salvación empieza por la misericordia, después viene la curación, la rehabilitación y como resultado final, tendremos salud. Rehabilitar a quien necesita curación, no sólo es imposible, sino que es una considerable falta de misericordia. 

Porque donde está la luz, allí se encuentra el esplendor; y donde está el esplendor, allí está también su eficacia y su espléndida Gracia

 

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