Son más de una las veces…, en las que en los textos bíblicos, sale a colación la espada, lo cual no tiene nada de extraño, pues a pesar de la cantidad de armas que han existido y existen en la humanidad, y la cantidad de ellas que se han inventado cada vez más sofisticadas, sobretodo modernamente, desde que el mundo es mundo, la espada es el arma por excelencia que simbológicamente representa el poder. Y en este sentido simbológico, se menciona la espada en los textos sagrados. Porque todo sabemos la fuerza de la simbología en los textos bíblicos. No olvidemos que los redactores humanos de los que Dios se valió, para redactar los textos bíblicos eran mayoritariamente personas de mentalidad oriental, las cuales nadan en la simbología, de una forma tan profunda que a los occidentales de mentalidad más pragmática, se nos dificulta mucho la comprensión de estos textos.

            Reiteradamente se nos pone de relieve en los textos sagrado, el valor y la fuerza de la palabra de Dios. Lo cual es lógico de todo punto, que la palabra del Creador absoluto de todo, tenga también un valor absoluto y muy superior a lo que nuestras pobres mentes son capaces de imaginar. Así, por ejemplo en el Apocalipsis, nos refiere su autor San Juan en la visión que tuvo que: “12 Me di vuelta para ver de quién era esa voz que me hablaba, y vi siete candelabros de oro, 13 y en medio de ellos, a alguien semejante a un Hijo de hombre, revestido de una larga túnica que estaba ceñida a su pecho con una faja de oro. 14 Su cabeza y sus cabellos tenían la blancura de la lana y de la nieve; sus ojos parecían llamas de fuego; 15 sus pies, bronce fundido en el crisol; y su voz era como el estruendo de grandes cataratas.16 En su mano derecha tenía siete estrellas; de su boca salía una espada de doble filo; y su rostro era como el sol cuando brilla con toda su fuerza”. (Ap 1216)

            La descripción simbológica y literaria de señalar que de la boca del Señor, sale su verbo, su palabra que es una espada de doble poder. Así también en la Carta a los Hebreos, podemos leer: “12 Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (Heb 4,12). El poder de la palabra de Dios, es infinitamente superior al de cualquier persona importante de este mundo, a la que le es muy frecuente decir, como símbolo de su autoridad: Esta es mi última palabra. Pero en el Señor, no hay ni primera ni última palabra, solo hay una única palabra. En relación a la terrible fuerza que tiene la palabra de Dios, que como se nos dice en la epístola a los hebreos, ella: “…penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. Jamás el Señor ha dicho una palabra y después se ha contradicho, eso es imposible en Él, porque en Él solo hay una palabra.

            La mayoría de nosotros, no nos tomamos en serio eso del “Temor de Dios” y deberíamos de meditar profundamente en este tema al que no le prestamos la debida atención y sin embargo, de acuerdo con lo que nos cuentan los exorcistas, el demonio o los demonios de que se trate, en caso de una posesión demoniaca, al nombre del Señor, a la sola indicación de actuación en el nombre de Él, el demonio o los demonios, se echan a temblar, cumplimentando la orden del exorcista, que actúa en nombre del Señor o solamente de la Virgen ya que para los demonios, estas órdenes de abandono en la generalidad de los casos son inmediatamente cumplimentadas. Y es que no somos conscientes del tremendo valor que en la vida del espíritu tiene una simple jaculatoria.

            Y esta misma palabra divina es a la que se refiere San Juan evangelista que expresándose bellamente nos dice en su evangelio: “1 Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. 2 Al principio estaba junto a Dios.3 Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe.4 En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. (Jn 1,1-4). Estas palabras, puede ser que haya personas a las que les resulten un  poco incomprensibles, pues dada nuestra tendencia antropomórfica a considerar todo desde un ángulo material, estas palabras resulten un poco ininteligibles, ya que se nos dice que en principio existía la Palabra, y ella estaba junto a Dios. La palabra es el Hijo del hombre, que antes de encarnarse por medio de nuestra Señora la Virgen, lógicamente estaba junto al padre y su misión iba a ser la de traernos la palabra de Dios, que era la suya propia, pues Él es la segunda persona de la Santísima Trinidad. Si Dios que es espíritu puro, es la palabra además de ser vida para nosotros es espíritu. La palabra es en su contenido, espíritu puro.

            Cuando escuchamos una palabra, los sonidos articulado que escuchamos no son lo importante, sino los valores que esos sonidos nos transmiten. Es importante pues para entender el valor de la palabra, que distingamos el ruido de esta del contenido espiritual que ese ruido nos trasmite. Palabra de Dios es también la que recibimos por ejemplo en una meditación, llegamos a la clara conclusión de que la voluntad divina sobre nosotros es esa o aquella, y sin embargo nuestros oídos no han escuchado, ningún ruido de palabras. Para interpretar correctamente la frase de que Dios es palabra, hemos de evitar nuestra tendencia antropomórfica y en tender que la palabra es importante por el valor espiritual que ella nos trasmite.

            En el sentido espiritual de la palabra podemos entender por ejemplo el siguiente versículo: “Tu palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero”. (Prov. 30, 5). Sobre este tema del significado y valor de la palabra de Dios, el Catecismo de la Iglesia católica., en su parágrafo 86, nos dice: “El Magisterio no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar puramente lo transmitido, pues por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo, lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente; y de este único depósito de la fe saca todo lo que propone como revelado por Dios para ser creído"

            En resumen, nada hay en el universo que pueda estar por encima de la palabra de Dios, porque ella es Dios mismo.

            Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.

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