Es el mensaje que el Papa Francisco deja a sus compatriotas y antiguos feligreses de la diócesis de Buenos Aires con motivo de la celebración, el pasado 7 de agosto, de las fiestas de San Cayetano, una devoción que registra en la capital porteña una intensidad grande como pocas.
Se trata de un precioso mensaje, razón por la que se lo traigo aquí, que yo titularía “La cultura del encuentro”. En él llaman poderosísimamente mi atención dos cosas.
Por lo que hace a la forma, la manera en la que Francisco se desenvuelve ante las cámaras y ante un auditorio. En todo el video no registrarán Vds. una sola vacilación, una sola duda, un solo “bueno”, un “eh”, un “ah”, un "esteee…". Muy llamativo. Observen sus manos, observen su gesto, escuchen su voz… Está tocado, indudablemente está tocado para el mensaje.
Por lo que hace propiamente al mensaje, todo él es muy bonito, muy fácil de atender hasta el final. ¿Un momento estelar? Ya lo creo, entre el minuto 1:36 y el 2:05
Aquí lo tienen Vds., negro sobre blanco:
“A veces yo le pregunto a alguna persona: “¿Vd. da limosna?” Me dicen “Sí, padre”. “Y cuando da limosna ¿mira a los ojos de la gente a la que da la limosna?” “¡Ah, no sé! ¡no me di cuenta!”. “¡Entonces no lo encontró! Le tiró la limosna y se fue. Cuando Vd. da limosna ¿toca la mano, o le tira la moneda?”. “No, le tiro la moneda”. “¡Y no lo tocaste! ¡Y si no lo tocaste no te encontraste con él!””.
El tuit del autobús. El que le pide a un amigo, lo que éste no puede dar, se queda sin lo que pide, y del amigo, sin la amistad
©L.A.
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