Más allá de lo que constituye la obra por la que verdaderamente pasa a la historia, la llamada Reforma Luterana que condujo a la separación de una parte de los cristianos de la disciplina romana y la nueva adscripción cristiana del protestantismo, el monje agustino Martín Lutero llevará a cabo una prolífica obra literaria, en la cual destaca sobre todo otro título su traducción de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. Una obra que para muchos sienta las bases de la gramática alemana y que, en todo caso, escribe cuando ya ha manifestado abiertamente su rebeldía contra Roma, que cabe datar del 31 de octubre de 1517, fecha en la que clava sus “Noventa y cinco tesis” en la puerta de la Iglesia del Palacio de Wittenberg.
  

           Lo primero que se ha de decir sobre la que se da en llamar Biblia de Wittenberg es que, contrariamente a lo que suele afirmarse, no es ni mucho menos la primera biblia en alemán, y que antes de que el monje agustino la completara, ya se habían realizado más de una decena de ellas, -la más importante quizás la Biblia de Baviera-, de las cuales incluso se sirve el propio Lutero en sus trabajos.
 
            Lutero realiza su traducción en dos fases: en la primera, habida lugar en el castillo de Wartburg entre diciembre de 1521 y marzo de 1522, termina el Nuevo Testamento, y en la segunda, que no se completa hasta el año 1534 y en la que ya no trabaja sólo sino que se sirve de todo un equipo de traductores entre los cuales Felipe Melanchton, el Antiguo.

            Ni que decir tiene que en su traducción, Lutero -"traduttore, traditore", que reza el adagio- aprovecha cuantas ocasiones se le presentan de arrimar el ascua a su sardina en todos aquellos puntos donde el menor de los matices permite avalar conclusiones teológicamente diferentes. Sólo a modo de ejemplo, el teólogo católico erasmista Jeronimo Emser le acusa de hasta mil cuatrocientos de los que él llama errores y falsedades, sólo en el Nuevo Testamento.
  

           La traducción luterana del Nuevo Testamento sale a la luz en septiembre de 1522, apenas terminada, con el título de “Das Newe Testament Eutzsch, Wittemberg”, acompañada de las ilustraciones de todo un Lucas Cranach “el Viejo”, con quien la relación fue tan estrecha que, como puede Vd. ver a la izquierda, incluso le retrató. Para 1584, la Biblia de Lutero ha superado los cien mil ejemplares, no hace falta decir que una cifra escalofriante para la época (¡lo sigue siendo hoy!). El éxito es tan grande que incluso impulsa nuevas traducciones al alemán también en el campo católico como, notablemente, la del dominico Joan Dietenberger, publicada igualmente en 1534.
 
            Para realizar su traducción, Lutero se valdrá sobre todo de la “Vulgata” latina, -el latín era la lengua que mejor conocía el monje agustino- y de la Biblia de los Setenta, -aún a pesar de no dominar el griego en el que está escrita con la misma fluidez-, textos a los que añadir, como ya se ha dicho arriba, algunas de las traducciones alemanas de la Biblia anteriores a la suya.
 


            El Tuit del autobús: “Un sucedido (real) (y reciente). La profesora: “Zutanito, ¿por qué no has hecho los deberes?” “Porque no he podido señorita, tenía muchas cosas que hacer y…” La profesora: “¡¡¡No mientas, prefiero que me digas que no los has hecho porque no te ha dado la gana!!!" Al siguiente alumno: “Perenganito, ¿y tú, por qué no has hecho los deberes?” Respuesta: “Porque no me ha dado la gana, señorita”.

  
            ©L.A.
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