A uno que siempre anda liado con las horribles historias relacionadas con la persecución religiosa en el mundo, una persecución que en un 75% de casos afecta a personas de religión cristiana, le reconforta mucho caer de vez en cuando sobre historias que dentro de su dramatismo, y la que les voy a contar no carece de él, permiten sin embargo creer en el ser humano, y demuestran que hasta en los ambientes más adversos, hay personas capaces de sustraerse a él y pensar con su propia cabeza, extrayendo del mal el bien. No es la primera vez que gracias a Dios, puedo traer a esta columna testimonios similares, como por ejemplo el magnífico ejemplo que dio a todo el mundo aquél al que di en llamar
 
            Como les digo, se trata de una historia dramática, como todas las que tienen que ver con la persecución, religiosa o no: es la de la mujer cristiana Martha Masih Bibi, de Lahore, en Pakistán, a la que su familia política acosa para que se convierta al islam y lo hace de todas las maneras imaginables, incluso con amenazas de muerte, tanto, que ha tenido que dirigirse a las organizaciones defensoras de los derecho humanos, como la Fundación Masihi, en demanda de protección.
 
            Martha tuvo tres hijas, las cuales han decidido perseverar en la religión de su madre y que reciben las mismas amenazas. Y todo ello, aún a pesar de haberse casado, las tres, con cristianos. La mayor, Nosheen Afzal, incluso ha tenido que abandonar el hogar familiar asustada por la magnitud de las amenazas que recibía de los propios hermanos de su padre.
 
            Y bien, ¿la parte bonita de la noticia? Pues aquí va: el mencionado acoso sólo ocurre desde que el marido de Martha, Muhammad Sadiq, murió, pues él, musulmán de religión al igual que toda su familia, pero no por ello menos firme defensor del derecho a la libertad religiosa de todos, no sólo tuvo el arrojo de casarse con una “infiel” cristiana, sino también el de defender el derecho de ésta a mantener su religión. “Mi mujer y mis hijos deben sentirse libres de profesar su propia fe”. Y por eso fue el amado padre musulmán de tres hijas cristianas.
 
 
 
            ©L.A.
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