El admirado sacerdote Jorge González Guadalix en su blog De profesión, cura que mantiene en Infocatólica, publicaba ayer este precioso artículo. En muchos de nuestros pueblos los sacerdotes se han hecho con la foto de su antecesor mártir. No hay culto público pero si han colocado su rostro en la sacristía. Otro muchos, por no estar beatificados, les recuerdan en el memento de difuntos o incluso el día del martirio celebran misa funeral recordando brevemente, todos los años, la historia martirial de su sacerdote. Muchos ya están camino de los altares. Muchas gracias don Jorge.

SER PÁRROCO DONDE LO FUERON LOS MÁRTIRES

Me llegó hace unos días el libro "Martirologio matritense del siglo XX", editado por la BAC y que recopila las semblanzas de los 427 sacerdotes y seminaristas asesinados por odio a la fe en Madrid en los días de nuestra guerra civil. Una magnífica edición que aporta interesantísimos índices que facilitan enormemente la lectura y el aprovechamiento del libro.

Uno de los mártires, D. Jesús Adoración Vázquez, me era bien conocido ya que era coadjutor en mi pueblo natal, Miraflores de la Sierra, y allí fue asesinado el 10 de agosto de 1936. Su causa de beatificación, que encabeza Cipriano Martínez Gil, formada por un total de 56 mártires, la mayor parte sacerdotes y algún laico, fue abierta en Madrid en el año 2017.

Mi sorpresa ha sido comprobar que otros tres de los mártires señalados en el libro, sirvieron algún tiempo como sacerdotes en Braojos: Gabriel Saz Álvarez, los años 1904-1905, Hilario Relaño de Miguel, en 1906, y Anastasio Martín Sánchez, los años 1921-1923.

Me ha causado impresión. Lo primero que hice fue dirigirme al archivo parroquial para ver en las distintas partidas su letra y su firma. Ahí estaban. Emocionante darte de frente con la vida sacerdotal de esos hermanos que años más tarde darían su vida por Cristo.  

Braojos conserva su altar de siempre, antes unido al retablo y ahora exento, pero el mismo. El mismo sagrario, la misma pila bautismal, vasos sagrados antiguos, vestiduras litúrgicas, la custodia con la que seguimos haciendo la minerva desde el siglo XVI. Lo piensas y te das cuenta de que estás celebrando la eucaristía sobre ese mismo altar en el que D. Gabriel, D. Hilario y D. Anastasio celebraron tantas veces el sacrificio de Cristo adelantando, sin saberlo, el suyo propio. Impresiona saber que llevas en tus manos a Cristo en la misma custodia que ellos alzaron con su Señor tantas veces. No se bautiza igual cuando piensas que manos de sacerdotes, luego mártires, incorporaron a la Iglesia a los fieles de Braojos en esa misma pila.

No lo había pensado de D. Jesús, y eso que estuvo en mi pueblo y en mi pueblo le fue arrebatada la vida. Sin embargo, lo de Braojos me ha llegado al alma.

Mártires de Cristo en el siglo XX. Pasaron los tiempos de Nerón y Diocleciano, bárbaros, pero no llegaron a lo que se ha vivido en Europa en el siglo XX. El siglo XX es el siglo que más mártires ha dejado como regalo a la Iglesia católica.

Los católicos hemos sido un tanto descuidados a la hora de reivindicar y venerar a nuestros mártires. Hora es de reconocer a los 1.901 mártires beatificados a día de hoy de la persecución religiosa en España durante la guerra civil: religiosos, sacerdotes, obispos. Qué impresionante conocer vidas y martirio de tantos y tantos.

Desde ahora miro a Braojos de forma diferente. Es mi parroquia de siempre, pero es una parroquia que supo del trabajo y dedicación de algunos sacerdotes que, con todos sus defectos y todas sus limitaciones, a la hora de la verdad supieron morir como sacerdotes, como Cristos en la cruz de las tapias del cementerio o la fosa de Paracuellos del Jarama. No sé si estos hermanos han sido incluidos en alguna de las causas de beatificación ya incoadas. Tampoco es ahora lo esencial. Me basta saber que en Braojos ejercieron su ministerio y que les fue arrebatada su vida por ser sacerdotes. A ellos me encomiendo.