Año del Señor 2020
16 de agosto
 
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
SIN IMPREVISTOS 
 
Para el día de Sto. Domingo, quisimos sorprender a nuestras hermanas con un desayuno especial: la procuradora había conseguido unas raquetas congeladas. 
 
Sin embargo, si solo las horneábamos, iban a quedar muy pobres, nada parecidas a las de pastelería...
 
Encontré una receta que parecía del todo profesional. La seguí paso a paso. Justo al final, para hacer el glaseado de azúcar, había que mezclar los ingredientes, meter la batidora y, ¡listo! En teoría, claro. Porque lo que sucedió en verdad fue que mi mano se volvió negra: la mezcla no me había quedado líquida, sino que parecía pegamento de contacto... y había quemado la batidora. 
 
No te puedes imaginar el disgusto... Fui corriendo a contárselo a la priora: 
 
-¡He quemado la batidora! 
 
-Bueno, -me respondió con toda tranquilidad- solo es señal de que la usas: quien no la usa, no la rompe. 
 
¡Me dejó completamente impresionada! Y, lo que habría sido motivo para volver algo gris mi día, ¡fue motivo de asombro, gratitud y alegría! 
 
Muchas veces he escuchado que a Jesús no le asustan nuestras caídas, pues cuenta con ellas: ¡sabe que somos humanos! El verdadero problema no es caer, sino quedarse caído. 
 
¡Y cuántas veces me ocurre eso a mí! En el fondo, me encantaría acertar con todo a la primera, sin cometer ningún error... Pero, gracias a este hecho, he descubierto que, entonces, haría las cosas muy bien, ¡pero jamás habría descubierto la alegría de sentirse acogida por los hermanos! Amar a quien lo hace todo bien, es fácil. Amar a quien falla... demuestra que el amor es auténtico. 
 
Creo que Cristo, como nuestra Priora, sabe que, si caes, es porque estás caminando, ¡y eso es una muy buena noticia! Y Él también te tiende al instante la mano, para levantarte ¡y seguir la marcha! 
 
Hoy el reto del amor es levantarse. Te invito a que, en tu oración, des gracias al Señor porque no tienes que impresionarle: ¡bien sabe Él que somos barro! Y al barro no se le pide que sea resistente como el acero... se le pide que sea moldeable. Descubre en tus caídas una ocasión para asombrarte de que ahí también Jesucristo te ama... ¡y verás cómo ese amor te levanta! ¡Feliz día! 
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
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