Leo un breve artículo de Pierfrancesco Palmisano en Radio Spada, titulado “El juego del relativismo”, sobre el ambiente en que vivimos. Me ha llamado la atención su conclusión, pues pone de manifiesto que ese relativismo no es igual para todo ni para todos.

Señala Palmisano que es habitual oír a cristianos, muchas veces sacerdotes, afirmaciones de este tenor: “Cristo, para los creyentes, ha salvado al mundo”, “el adulterio, para nosotros los cristianos, es un pecado” o “el Papa, para nosotros los católicos, es el Vicario de Cristo”.

Por el contrario, no oímos nunca frases como éstas: “la democracia, para aquellos que creen en ella, debe ser defendida a toda costa”, “la libertad, para nosotros los masones, es un valor innegociable” o “la laicidad del Estado, para nosotros los ateos, es irrenunciable”.

A lo mejor, sugiere Palmisano, resulta que no hemos entendido bien las reglas del juego.