Hace unos días escuché que el Papa Francisco había dicho que los curas preparásemos las homilías cogiendo un versículo de los pasajes bíblicos del dia. La verdad es que como el Papa dice muchas cosas todos los dias, gracias a Dios, es difícil recojerlo todo y estar actualizado. Pero esto me parece que sí lo capté.

 
Hoy me he fijado en un detalle del evangelio del dia del Corpus Christi  (Lc 9,11b-17): Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta.

 
Es curioso, según el Evangelio había unos cincomil hombres. Con las santas y los churumbeles a lo mejor llegaban a veintemil personas.

 
¿Si iban a dar de comer a tanta gente con cinco panes y dos peces, que más les daba darles de comer a mogollón que reunirlos en grupos de cincuenta?

 
Me he quedado un buen rato enmimismado en esta cuestión teológica y al final he llegado a una conclusión. El Señor no quería solo alimentar a los veintemil, quería que aquello fuese un banquete y no hay banquetes de veintemil personas, sino de cincuenta. (En banquetes de más de cincuenta ya no se conoce todo el mundo). Por eso en la Iglesia las misas multitudinarias son incómodas y excepcionales.

 
Por mi estado civil, soltero, me veo obligado a comer o cenar muchos días solo. En casa me apaño con la tele, la radio o un buen libro. Pero si como fuera, en el menú del día, tengo que comer rápido. No tiene sentido disfrutar de una comida solo. Si por algún trastorno pasajero se me ocurriese comer solo en uno de esos sitios de comida basura me sentiría patético. Es mejor comprarlo y llevarlo a casa. En el Hospital que atiendo hay una máquina dispensadora de comida. Esa máquina solo sirve para alimentarse, no para estar en comunión. Para estar comunión se hacen banquetes.

 
¿Qué modelo de Iglesia nos quiere indicar el Señor cuando dice a sus discípulos que reúnan a la gente en grupos de cincuenta?

 
Creo que una Iglesia estructurada en comunidades pequeñas, donde uno no sea un anónimo. Donde ir a misa no sea ir a la máquina dispensadora sino que la imagen que refleje lo que es la Eucaristía sea la de una familia que se reúne en torno al fuego del hogar a disfrutar de una buena comida, no a alimentarse sin más.  En estas comidas de familia las personas son importantes, son parte del banquete. Es la oportunidad para verse, para intimar, para estrechar los lazos de unión. Si falta alguien se nota, se echa de menos. Si viene alguien nuevo es una alegría.

 
A mí me gustaría que mi parroquia se pareciese más al modelo del banquete en torno al fuego del hogar que a la máquina dispensadora de comida.

 
Está claro que la relación de cada uno con el Señor es íntima y que el máximo de intimidad se da en la comunión eucarística, pero no se porqué en la Iglesia se ha acentuado tanto el aspecto íntimo de la relación con el Señor que hemos convertido las celebraciones en algo frío, rutinario, previsible

 
Estoy convencido de que sin saltarse ni una tilde de las rúbricas del misal se puede hacer que la Eucaristía dominical cambie. En el fondo no se trata de un problema litúrgico. Es más bien un problema pastoral. La experiencia de Iglesia que tenemos los cristianos se traduce en la celebración de la Eucaristía. En nuestras misas se nota si los fieles (y los curas) están sintiéndose salvados o simplemente cumplen. Si para ellos Jesucristo tiene un rostro y una carne concretas o si les está moviendo solo una religiosidad que necesita ser satisfecha . Si se sienten llamados a ser santos o se conforman con no ser muy malos. Si la Iglesia para ellos es una estructura abstracta o la comunidad concreta en la que viven su fe.