Año del Señor 2018
26 de noviembre 
 
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.                              
 
SOBRE ALAS DE ÁNGELES
 
El otro día tuve que subir al desván a por una caja. La subida en sí podría entrar en cualquier catálogo de multiaventura. Resulta que las escaleras en cuestión pertenecen a la fundación del convento, es decir, gozan de 400 espléndidos años. 
 
Como pieza de museo, es algo extraordinario, pero, como escalera, deja mucho que desear. Los escalones son muy pequeños (casi no entra el pie), cada uno de una altura, y tan lisos como lisa puede ser una tabla de madera cortada hace cuatro siglos. Lo dicho, una aventura eso de ir al desván. 
 
Abrazada ya a la caja, que pesaba de lo lindo y era más grande que yo, me dispuse a afrontar el descenso. No veía nada, así que iba con un cuidado extremo dentro de mi velocidad. Palpé con el pie el escalón, comencé a bajar y... ¡¡se me enganchó el zapato en la falda!! 
 
Calculando el peso de la caja, la inclinación del cuerpo, la fuerza de la gravedad y demás, tenía que haber rodado escaleras abajo hasta aterrizar directamente en el abrazo con el Padre celestial. 
 
Sin embargo, no pasó nada de eso. 
 
Sinceramente, fue como si alguien sostuviera la caja al otro lado. En un segundo que viví como eterno, apoyada en la caja, no perdí el equilibrio, sino que desenganché el pie y pude seguir bajando. Eso sí, no sabía si dar gracias al Señor, a la Virgen, a mi ángel... ¡o a todos los santos! 
 
Orando esto, disfruté pensando que, a pesar de que sintamos el vértigo de estar en lo alto de una escalera, no debemos temer pues, aunque nos tape la vista una caja, ¡el Señor siempre cuida de nosotros! 
 
Pero, ¡ay!, entonces un pensamiento cruzó mi mente: “Pero, ¿y si te hubieses caído?” 
 
Al instante me vino a la cabeza la frase de un sacerdote: “Yo no juzgo la bondad del Señor por lo que me pasa, sino que juzgo lo que me pasa por la bondad del Señor. Hay momentos en que no entiendo, ¡pero confío! ¡Él lo hace todo bien!” 
 
“Si me hubiese caído”, sonreí mirando al Sagrario, “¡seguro que saldría un buen reto!” 
 
Hoy el reto del amor es confiar. Te invito a que hoy des permiso a Cristo para ser Señor de tu vida. ¡Él sabe más, y, sobre todo, Él busca tu bien! Dale permiso para actuar en tu vida sin juzgarLe. Hoy, pase lo que pase, ¡confía! “Dios es bueno todo el tiempo...” 
 
VIVE DE CRISTO 
 
 
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¡Feliz día!
 
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