Una persona me dice: -"Seamos claros, 

la vida es un asco". Y tú le miras 
la pena, y te apoyas en alguna pared cercana. 
Vaya. -"Sin remedio, Guillermo, sin remedio, 
esto cada vez tiene peor pinta". 

Tomamos un café juntos, y yo le hablo 
en silencio (ese idioma tan retro y tan diáfano). 
Se explaya: -"Lo que no me explico 
es cómo puedes seguir escribiendo poemas".
Y así habla durante un buen rato, harto
de todo lo divino y humano. 

Mientras pago le digo mi alma: -"Mira Paco,
yo cada día estoy más enamorado, 
pero sé que lo mejor de mí no es mío, 
que el café que nos hemos bebido es un signo puro,
y que tu vida y la mía son la plenitud poética de Cristo".



(Óleo de Pruett Carter)