He recibido un interesante documento, acerca de lo que le dicen los demonios a los exorcistas. El P. Gabriele Amorth, igual que el P. Mondrone, ambos exorcistas de la Diócesis de Roma, tienen escritos dos interesantes libros, en cuya lectura podemos descubrir por sus propias palabras, las del demonio se entiende, cuales son las bases de su teología y empleo el término teología pues él se cree un dios, y en cierto modo es un dios, porque él es el dios del odio.

      El documento que he recibido, son más que manifestaciones, desahogos que el demonio comunica en determinados exorcismos. Estos desahogos demoniacos los realiza el demonio en este caso al P. Wilson Salazar y están en la línea de lo que han escrito ya, el P. Amorth y el P. Mondrone, además de otros varios P.P. exorcistas, que han dado testimonio de lo que en determinados momentos de un exorcismo, el demonio les ha manifestado.

            En las lecturas de textos de esta naturaleza acerca de manifestaciones del demonio a loa PP exorcistas en el ejercicio de su actividad, no debemos de olvidar, que el demonio es el padre de la mentira. Así en el evangelio de S.Juan se nos dice: “Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre. Él es homicida desde el principio no se mantuvo en la verdad, porque la verdad no estaba en él. Cuando habla la mentira, habla de lo suyo propio, porque él es mentiroso y padre de la mentira”. (Jn 8,44). Las palabras del demonio, nos crean ideas y tesis que a primera vista parecen ser reales, pero ellas siempre esconden una doble intención que la mayoría de las veces escapa a nuestra limitada capacidad mental, pues no olvidemos que cualquiera de los demonios, tiene una capacidad y desarrollo mental muy superior al nuestro. Nosotros solo podemos vencerlo apoyándonos en las gracias divinas. Por ello hay que sopesar lentamente todo lo que tenga origen en palabras demoniacas. Veamos

             Manifiesta el P. Salazar, lo que el demonio le dice y esto es: “...odio terriblemente a esos tontos que se confiesan tan seguido, que me acaban mi reino, y después van a recibir a ese Crucificado con tanta devoción, los odio cuando se arrodillan a rendir culto a Ese Cristo como Dios, los odio cuando se postran a recibirlo y adorarlo haciéndoles reverencias y venias como a Dios. Los odio, no puedo nada contra esos..., postrados ante su Dios. Los odio porque me acaban y le hacen daño a mi ejército, los odio cuando cierran sus ojos y piensan en ese Dios y abren su boca para recibirlo, no puedo mirarlos, son INVENCIBLES de rodillas y postrados sin tocarlo, con sus... manos, no puedo nada contra esos... adoradores…" 

        Y dice el demonio: “…..pero gracias a los sacerdotes y sus leyes eso se está acabando, hoy día casi nadie se arrodilla a recibir a Ese Crucificado de rodillas y si lo hacen los curas los regañan y los mandan a parar, que risa me dan, que gozo para mí, como me ayudan los curas, fueron mandados a expulsarme pero son mis amigos. Poco creen en ese Dios y por eso regañan a los que los quieren recibir de rodillas y como perros regañados se tienen que levantar para recibirlo de pie. Mis curitas son mis buenos amigos porque les doy placeres y no los dejo creer en ese Dios en la Misa y así se alejan de Él, y viven eso de cualquier manera. Y lo dan como un pedazo de pan, o peor porque lo toman como cualquier cosa, sin amor y sin fe. 

         Basta ver las consagraciones hoy en día en las Iglesias, todas a las carreras, los curas tontos, toman a ese como cualquier pedazo de tiesto, y lo manipulan a las carreras, muchos ni se arrodillan, y dicen esas palabras, como una diarrea, todo de afán, y lo llevan sin amor, y como si eso no fuera nada, cuanto gozo viéndolos consagrar sin fe, ni amor, y yo lo hago todo, para que esos curas no crean. Con razón esos tontos fieles no comulgan con amor, sino de cualquier manera, las Misas de hoy en día son tan mal hechas que nadie siente a ese Dios, me infiltré en lo más sagrado que tiene esa podrida Iglesia.

       Y así metido la “abominación de la desolación” en el Templo Sagrado de Dios, y nadie dice nada, y los curas no dicen nada solo piensan en la plata de la Misa, pero no en celebrarla bien, ya no les interesa ser santos, ni místicos, ni consagrados, solo les interesa el mundo, y la carne y yo se los doy, y los acomodo para que no celebren bien, pobres curas, a muchos ya les tengo preparado el lugar privilegiado a mi lado en el infierno, porque cuando se mueran y yo reclame su alma así como en el podrido cielo tenían un lugar al lado del Crucificado, pues yo les tengo un lugar en mi infierno a mi lado por siempre para torturarlos eternamente por sus maldades inmundas, podridos curas míos, ellos no saben que lo primero que evaluará Dios es como celebran la Santa Misa, la mayoría pierde el examen y se tiene que ir conmigo a mi infernal fuego para azotarlos por toda la eternidad.

   Curas míos que celebran las Misas de cualquier manera ya tienen marcado a fuego su propia condenación. Pobrecitas bestias vestidas con hábitos sagrados, como me deleito con ellos en mi infierno, y celebran esa Misa a las carreras, consagraban a ese Cristo sin amor y lo daban sin fe y de cualquier manera, podridos, van a venir al infierno a reunirse con todo el ejercito de curas condenados encabezado por el obispo Judas Iscariote, mi más fiel colaborador, para destruir a los curas, en esta época, un cura que celebre mal la Misa, y la haga mal y a las carreras, ya tiene la mitad del infierno ganado.

           

         A este texto, le seguirán al menos otros dos. En este primero como acabamos de leer el demonio se jacta de haber acabado con la costumbre de los fieles de rendir pleitesía al Señor en el momento de la comunión recibiéndola esta de rodillas, algo que desgraciadamente somos pocos los que lo hacemos. Personalmente yo también fui objeto de una recriminación por parte de una persona consagrada, que me dijo: que lo que yo pretendía arrodillándome al comulgar, era llamar la atención ¡Vamos tener afán de protagonismo! por postrarme ante el Señor en el momento de recibir la comunión. En otros casos hay presbíteros que ponen de escusa el que se interrumpe la fila y se retrasa la distribución de la comunión, como si el Señor hubiese fijado unos límites de velocidad mínimos exigibles, en la distribución de la sagrada Eucaristía y arrodillándose uno se impidiese, el poder terminar la misa en menos de 15 minutos, que es lo que algunos pretenden. 

         En el salmo 95 podemos leer: “¡Doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó! 7 Porque él es nuestro Dios, y nosotros, el pueblo que él apacienta, las ovejas conducidas por su mano”. (Sal 95,6-7) San Pablo en su epístola a los Filipenses escribe: “Por eso, Dios lo exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame para gloria de Dios Padre: “Jesucristo es el Señor”.” (Flp 2,9-11). Tanto en el A.T, como en el nuevo podemos encontrar en la Biblia 11 mandatos más en este sentido que antiguamente se respetaban y otros varios indirectos. Cuando el Papa distribuye la comunión, antes recibe uno, la indicación del maestro de ceremonias u otro monseñor, de que uno se arrodille y no se le ocurra poner las manos para recibir la sagrada forma. Y yo me pregunto ¿Quién es más importante Dios o el Papa? Si esa es la norma en la Sede vaticana ¿Por qué hay esa falta de respeto en el resto de nuestra Iglesia? ¿Porque los sacerdotes, como me consta en varios casos, se niegan a poner un reclinatorio para los que quieren postrarse ante el Señor? Y hablo por experiencia. Seguramente lo que piensan estos presbíteros, es que así se `pierde mucho tiempo y se alargar, la misa que bastante pesada ya es.

       No quiero entrar a fondo, en las críticas que el demonio hace del clero, pues agraciadamente esta solo le afecta a contados casos, pero desgraciadamente existen, porque aunque nos sean buenos clérigos, todos debemos de amarlos y respetarlos, como superiores nuestros que son y sobre todos son ungidos del Señor, recordemos la escena del A. T. en la que David, perseguido por el rey Saúl, cuando este dormía tuvo la oportunidad de acabar con su vida, pero la respetó por ser Saúl un ungido del Señor y se limitó a tomar su espada como prueba de que pudo ejecutarlo.         Mi más cordial saludo lector y el deseo de que Dios te bendiga.
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