Esa manía que nos persigue a los seres humanos de compararlo todo para clasificarlo y calificarlo, sin percatarnos de que a menudo tanto una cosa como la que se presenta como su contraria –que por cierto, no siempre lo es- son igualmente buenas o necesarias, y que la una no invalida la otra. Limitaciones del pensamiento.
 
            Me llama la atención cuántos son los que critican ahora la manera en que Benedicto XVI ha puesto fin a su papado, y me pregunto cuántos de ellos no son los mismos que criticaron la manera en la que lo hizo Juan Pablo II.
 
            Pues bien, contrariamente a ellos, en mi opinión ambos papas, Juan Pablo II como Benedicto XVI, han brindado al mundo un ejemplo maravilloso de cómo poner punto final a una de las más altas magistraturas que existe en la tierra –si no la más alta- proporcionando al mundo un modelo a copiar, un ejemplo a seguir.

   
            Juan Pablo II quiso dar y dio un ejemplo de cómo bien morir, aferrándose a la que era su altísima responsabilidad a la que entregaba hasta el último de sus alientos y hasta el último momento, en un momento muy especial de la historia humana en el que el más básico de los derechos humanos, el primero y último, aquél que tenemos todos a la vida según reza la propia Constitución española, es cuestionado y atacado desde varios frentes, afectando a su inicio, a su final y hasta a su esplendor. A quien vimos acceder a la magistratura cuando la vida del ser humano se halla en el esplendor, -Juan Pablo II accedió a la silla de Pedro con 58 años de edad- le vimos también morir en ella exhibiendo sin pudor y con toda humildad la más decrépita y dura de las ancianidades, no por ello menos digna y hasta capaz.
 
            Benedicto XVI, que por cierto tiene un año más ahora que los que tenía su predecesor cuando falleció, ha preferido dar un testimonio diferente, el del servicio público al que se han de someter todas las magistraturas, hasta aquella que según decimos arriba, es la más alta que en la tierra existe, entendiendo que cuando ese servicio público al que la magistratura se debe ya no es perfecto, debe dar paso a savia nueva para cumpla mejor con él. ¡Qué ejemplo para los dirigentes de todo el mundo! ¡Qué ejemplo para los políticos españoles!
 
 
            ©L.A.
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