Apenas dos días antes de saltar a las rotativas con su sorprendente anuncio, el Papa Benedicto XVI se reunía con cerca de cuatro mil miembros de la Orden de Malta, entre los cuales Fray Matthew Festing, su gran maestre, en la Basílica de San Pedro, con motivo de los nueve siglos del solemne privilegio Pie postulatio voluntatis, del 15 de febrero de 1113, con el cual, en palabras del propio Pontífice, “el Papa Pascual II puso a la recién nacida ‘hermandad hospitalaria’ de Jerusalén, con el título de San Juan Bautista, bajo la tutela de la Iglesia, haciéndola soberana, constituyéndola como una Orden de derecho eclesial”, hoy conocida como Orden de Malta. Momento más que oportuno para realizar un repaso por la historia de la importante orden militar, primera y más antigua de la tres grandes órdenes nacidas en el Medioevo para la defensa de las rutas de los peregrinos que viajaban a Tierra Santa, una historia en la que, como tendremos ocasión de comprobar, corresponde una vez más a nuestro país un más que notable protagonismo.
  

           La que hoy se denomina Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta remonta sus orígenes al año 1084, cuando el italiano originario de Amalfi Gerardo Tum, beato de la Iglesia, levanta junto a la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén un hospital para peregrinos que pone bajo la advocación de San Juan Bautista, aunque su reconocimiento papal en 1113 sea el que da nacimiento a la orden.
 
            Para poner las cosas un poco en el adecuado contexto, se debe señalar que la creación de la orden es anterior en doce años a las Cruzadas, que no comenzarán sino en el año 1096. Y por lo que se refiere a las órdenes de similar carácter, a saber, la Orden del Temple y la Orden Teutónica, es anterior a aquélla en cinco años, pues no es fundada hasta 1118, y a ésta en casi un siglo, pues no es creada sino en 1190.
 
            Sus miembros adoptan la regla de San Agustín, el negro hábito y la característica cruz de paño blanco con ocho puntas. Aunque su misión será en un principio meramente asistencial, la atención médica a los peregrinos de Jerusalén, con el segundo Gran Maestre, Raymond du Puy, la orden adquiere su característico carisma religioso-militar.

 
            Constituído el Reino de Jerusalén en 1109 durante la Primera Cruzada con la conquista de la mítica ciudad de David y la Tierra Santa, la Orden emplazará su sede en el llamado Crac de los Caballeros, cerca de Trípoli, en Líbano. Tras la pérdida de Jerusalén ante Saladino acaecida en 1187, la Orden pasa a San Juan de Acre, la Tolemaida neotestamentaria, donde construye un nuevo hospital. Al perderse la plaza, último reducto cristiano en Tierra Santa, en 1291, la Orden se instala en Chipre, de donde pasa a Rodas en 1310, tomando el nombre de Orden de Rodas.
 
            En 1312 ocurre el desgraciado evento de la abolición por el Papa Clemente V de la Orden de los Templarios, que para el Hospital representa, sin embargo, una excelente oportunidad, al ser nombrada por la bula pontificia Ad vitam heredera de los muchos bienes que regentaba.
 
            En 1522 Solimán el Magnífico, en el momento álgido del poderío otomano del Mediterráneo, envía un ejército de 200.000 hombres que tras un sitio de seis meses, obliga a la Orden a capitular y a abandonar la isla en la que ha hallado cobijo durante 212 años.
  

           No han de pasar ni ocho años para que Carlos I de España le ceda las islas de Malta, Gozo y Comino, -que le pertenecen, ojo al dato, en su condición de titular de la corona de Aragón a la que se hayan vinculadas desde 1282-, que no sólo proporcionarán a la Orden un territorio, sino también el nombre por el que a partir de ese momento será conocida. Amén de la reconocida generosidad y religiosidad del Emperador, no es su acertada intención sino proteger el Mediterráneo occidental de los otomanos con los que se contaban por entonces entre los mejores soldados de la cristiandad, los caballeros de Malta.
  

           Que no andaba errado Carlos V se demuestra el 18 de mayo de 1565, cuando los caballeros se ven sometidos a un nuevo sitio por los otomanos, ahora en su nueva sede maltesa. El Gran Maestre Jean Parisot de la Valette, que da nombre a la actual capital del estado de Malta, defiende heroicamente la isla con 540 caballeros, mil soldados y arcabuceros españoles y unos tres mil milicianos malteses, contra una flota otomana de doscientas galeras y más de 30.000 soldados. El asedio dura varios meses, y se levanta finalmente gracias al rescate que el 7 de septiembre prestan los tercios españoles de García Alvarez de Toledo, Marqués de Villafranca desde Sicilia. La derrota otomana allana el camino a lo que habría de ser la gran victoria naval de Lepanto por las fuerzas cristianas comandadas por los españoles D. Juan de Austria y el Marques de Santa Cruz el 7 de octubre de 1571, sólo seis años después, la cual pone fin para siempre a la amenaza otomana en el Mediterráneo.
 
            El siguiente hito de la historia de la Orden se produce en 1798, cuando durante la Campaña de Egipto, Napoleón ocupa la isla y ordena a los Caballeros abandonarla. En 1800, los ingleses arrebatan el archipiélago a los franceses, y aunque el Tratado de Amiens de 1802 reconoce los derechos de la Orden, lo cierto es que ésta no volverá nunca más a la isla. Malta accederá a la independencia de Inglaterra, ya desvinculada de la Orden a la que da nombre, en 1964.
 
            Tras poner sedes provisionales en Mesina, Catania y Ferrara, en 1834 la Orden se establece en Roma, recuperando desde el s. XX su carácter asistencial y llevando a cabo importantes misiones humanitarias durante las dos Guerras Mundiales.
 
            En 1961, la Santa Sede aprueba sus estatutos que reconocen su curiosa naturaleza jurídica, ya que la Orden es sujeto tanto de derecho canónico como de derecho internacional. Desde este último punto de vista, la Orden ocupa una posición sui géneris, ya que a pesar de no contar ni con territorio ni con ciudadanos, expide pasaportes y hasta mantiene una nutrida red de embajadas, ciento cuatro actualmente: la de la República de San Marino en 1936 fue la primera, la española vino sólo un año más tarde. El 24 de agosto de 1994, la Asamblea General de Naciones Unidas invita a la Orden a participar en la Organización en calidad de observador.
 
            Actualmente, integran la Orden personas físicas y jurídicas, unos 13.000 caballeros y damas y unos 80.000 voluntarios. Las personas físicas se dividen en tres clases:
 
            1º.- Primera clase, profesos de votos religiosos, compuesta a su vez por los Caballeros de Justicia, entre quienes se escoge el Gran Maestre, y por los Capellanes Conventuales.
 
            2º.- Segunda clase, cuyos integrantes buscan la perfección de la vida cristiana, compuesta por los Caballeros y Damas de Honor y Devoción en Obediencia, de Gracia y Devoción en Obediencia y de Gracia Magistral en Obediencia.
 
            3º.- Tercera clase, cuyos miembros no emiten ni votos ni promesa, compuesta por los Caballeros y Damas de Honor y Devoción, los Capellanes Conventuales ad honorem, los Capellanes Magistrales, los Caballeros y Damas de Gracia Magistral y los Donados de Devoción.
 
            Componen el Gobierno de Malta el Gran Maestre, el Gran Comendador, el Gran Canciller, el Gran Hospitalario y el Recibidor del Común Tesoro. Otro personaje fundamental en la estructura de la Orden es el Cardenal Patrono, nombrado por el Papa para representarle ante ella.
 
            El Gran Maestre dirige la Orden y es cardenal de la Iglesia Católica. Tiene su sede en Roma, en la Via Condotti. Los Estados con los que la Orden mantiene relaciones diplomáticas le dan tratamiento de Jefe de Estado. A lo largo de su historia, la Orden ha tenido setenta y nueve grandes maestres, ocupando el puesto en la actualidad el británico Frey Matthew Festing desde el 11 de marzo de 2008.
 
            Desde los tiempos de Rodas, la Orden se estructura de acuerdo con las llamadas “lenguas”, inicialmente siete: Provenza, Auvernia, Francia, Italia, Aragón (y Navarra), Inglaterra (con Escocia e Irlanda) y Alemania. En 1462, Castilla y Portugal se separan de Aragón y forman conjuntamente la octava lengua. En el siglo XVI, Inglaterra es suprimida y en 1782 es restablecida bajo el nombre de Lengua Anglo-Bávara. Cada Lengua se compone hoy día de Grandes Prioratos, Prioratos, Suprioratos y Asociaciones nacionales.
 
 
            ©L.A.
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