La caridad y la gracia son el quicio,
no la ideología (o un cúmulo de vagos sentimientos).
Dios ya no agrada. Porque exige.
Hay otros dioses más llevaderos: los instintos,
sin ir más lejos, o la relajación zen o el gran arquitecto.
¿Y vivir en católico-coherente para cuándo? Digo.
De cuerpo entero. Y de alma entera. ´Full time´.
Sin vacaciones, resquicios o componendas.
Cunde la excusa. Y siempre hay un “pero”
a la jerarquía apostólica, a la moral, a lo que sea.
Todo es relativo, porque claro
Dios no puede estar tan obsesionado
con el pecado, con la fe o con la liturgia.
¿La Verdad? Bueno, tampoco será para tanto.
La Verdad no hay que exagerarla, es acomodaticia
al consenso de las más diversas herejías.
Y los mandamientos ha quedado demostrado
-según el abolengo de graves expertos-
que traumatizan en exceso, y que no son modernos.
Y que conste: Satanás es un mito,
y la Iglesia Católica es siempre culpable.