Permítame el lector que le presente mi último libro. Y es que uno escribe con la esperanza de que alguien te lea. La tarea de escribir tiene mucho que ver con la necesidad de compartir. Se habla hoy continuamente de solidaridad, y se solicita ayuda para todos aquellos que siente  necesidad física de ropa y alimentos. Y hay todo un movimiento, gracias a Dios, de personas e instituciones que, al socaire de la crisis, ponen en marcha iniciativas y campañas a favor de los necesitados. Eso es muy positivo. El hambre material no tiene espera. Y hay alimentos para todos. Falta una adecuada distribución.

                Pero hay otra hambre no menos grave, aunque no parezca tan perentoria, como es el hambre espiritual, el hambre de cultura, el hambre de Dios. Y en este plano hay ricos que son pobres y pobres que son ricos. Conocí en mi infancia a un vecino que era pobre de solemnidad, pero que nunca dejaba cada mañana de comprar el periódico para leer, o alquilaba en el quiosco aquellas célebres novelas del Oeste, o policiacas, para pasar el rato. Este hombre era pobre, pero no había dejado de alimentar su cultura.

                Los libros son un bien social que habría que proteger. Las bibliotecas cumplen una función encomiable, pero no existen en todos los pueblos. Puede que no falta el campo de futbol, o un bar en cada esquina, pero las bibliotecas son escasas. Y allí donde las hay son infrautilizadas. Somos un pueblo que dejamos mucho que desear en cultura, aunque haya ahora más estudiantes que nunca. Por desgracia ser hoy universitario no equivale a ser culto. En muchos hay más interés por la litrona del fin de semana que por el último premio literario.

                Mi último libro, que acaba de publicar Ediciones Palabra, se titula “La fe en Jesucristo. Una explicación del Evangelio”. ¿Qué pretendo con este libro? Fundamentalmente ayudar al lector, muy concretamente al lector joven, a entrar en el Evangelio con espíritu contemplativo, como un personaje más de cada escena para disfrutar con la vida y doctrina de Jesucristo. Es todo un recorrido por los Evangelios concordados, estimulando la reflexión personal y de grupo, para lo cual formulo tres preguntas al final de cada episodio, con la pretensión de que ayuden a la reflexión.

                  Es verdad que hay muchísimo escrito sobre Jesucristo, y abundan los comentarios evangélicos. Yo no pretendo “inventar” nada. Solo aportar mi reflexión personal para compartir solidariamente con otros lo que Dios me da a mí.  El tamaño  más bien de bolsillo hace posible el llevarlo a mano para rellenar con doctrina sana los ratos de tiempo que la misma vida nos va dejando. Si al final consigues “caminar” con Jesús a lo largo de toda su vida, es posible que hayas subido un peldaño en el amor a Él.  Si esto se hace realidad  ya ha merecido la pena el trabajo de escribirlo y de leerlo.

                Lo dedico especialmente a todos los jóvenes que quieren comenzar la maravillosa aventura de la fe cristiana en este Año de la Fe.

Gracias por asistir a esta presentación virtual. Un saludo

Juan García Inza
juan.garciainza@gmail.com