Los grupos franceses que se oponen a la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo han conseguido reunir una impresionante manifestación que ha congregado a varios cientos de miles de personas. Una manifestación en la que han participado cristianos, sí, pero también judíos, musulmanes, ateos, sociedad, mucha sociedad, la ex-ministra judía Simone Veil, -la misma que como acertadamente informa Religión en Libertad, despenalizó el aborto en Francia-, y ¡¡¡hasta homosexuales!!! muchos homosexuales… Lo que de paso, nos ha servido para saber que no son pocos los homosexuales que reniegan del lobby gay () y que no se sienten en absoluto representados por él.

 
             Y esa ha sido la gran diferencia que la lucha contra el matrimonio entre dos -todavía no se cuestiona el número de personas que forman parte de un matrimonio, podría ser la siguiente reforma “progresista”- personas del mismo sexo ha tenido entre lo ocurrido en España, donde se ha reducido a una cuestión “cristiana”, “confesional”, y Francia, donde la respuesta se presenta como una respuesta civil, como una respuesta social y como se dice hoy día “transversal”, llamada a congregar a sectores muy diferentes de la sociedad.
 
            Y se ha hecho bien a mi entender. Según me parece, la cuestión podría llegar a ser estrictamente cristiana si, como se ha intentado en el Reino Unido aunque parece que al final no se va a hacer, se pretendiera obligar a las iglesias a abrir sus puertas para celebrar los enlaces, o a convertir en sacramento lo que no lo es.
 
            Pero hecha esta excepción, la cuestión no trasciende lo meramente civil, lo meramente social. Es la sociedad, y nada más que la sociedad, la que tiene que decidir:
 
            1º.- Si a partir de ahora desea que se cambien los conceptos para que quepan en la ley, o si prefiere que sigan siendo las leyes las que regulen las situaciones, sin llamar a las cosas lo que no son para acomodarlas como sea a la ley.
 
            2º.- Si con la crisis inmensa que se le presenta a la Seguridad Social, quiere que ésta se dedique a financiar los afectos y cariños que se profesan las personas, o prefiere seguir premiando y subvencionando como ha hecho hasta ahora a las instituciones en las que se gesta el futuro de la sociedad, la futura mano de obra, los futuros contribuyentes y, precisamente, los futuros cotizantes a la seguridad social.
 
            3º.- Si prefiere que en la medida de lo posible todos los niños sean iguales y tengan derecho a un padre y a una madre, o si por el contrario prefiere que no lo sean y que mientras unos sí tengan un padre y una madre, a otros en cambio no les sea dado tenerlos.
 
            Felicitaciones pues a los franceses que se oponen a la legalización de esa entelequia en que consiste el matrimonio entre dos personas del mismo sexo, e invito a cuantos españoles sean de esa misma opinión a organizar la oposición a la misma con los mismos o parecidos criterios. Bienvenida la Iglesia a esa lucha, como no, todos sumamos… Pero en la constancia de que no se trata de una lucha de la Iglesia o sólo de la Iglesia, lo es de toda la sociedad. El propio Papa así lo ha afirmado (), y a confesión de parte…
 
 
            ©L.A.
            Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día,
                o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en
 
 
 
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(haga click en el título si desea leerlos)
 
Gays franceses contra el matrimonio homosexual
Argumentario laico sobre el matrimonio entre dos personas del mismo sexo
¿Hay que ser cristiano para oponerse al aborto o al matrimonio gay? Responde el Papa
De aborto, leyes antifamilia y otros desórdenes demográficos
M. San Gil: “No consigo entender la voluntad de algunas parejas homosexuales de llamarse matrimonio