Uno de los pasajes más inverosímiles desde el punto de vista histórico de los evangelios de la infancia, que como se sabe son los que añaden Mateo y Lucas (y sólo ellos) al inicio de sus evangelios, es precisamente el del los Magos de Oriente (pinche aquí y aquí si desea conocer los antecedentes históricos de la cuestión), así llamados en el Evangelio de Mateo.

            Tan inverosímil y tan cuestionado que entre las dificultades sobre las que el Papa se siente obligado a pronunciarse en su libro de reciente publicación “La infancia de Jesús” al que ya nos hemos referido aquí alguna vez (véalo aquí si lo desea), se halla precisamente ésta, la de la existencia real de los Magos de Oriente, que resuelve el Pontífice en la página 123 de la edición española de su libro, haciéndolo con estas palabras:

Adoración de los Magos. Gentile Da Fabriano (1423).
 
            “Al final de este largo capítulo se plantea la pregunta: ¿Cómo hemos de entender todo esto? ¿Es verdaderamente historia acaecida o es sólo una meditación teológica expresada en forma de historias? A este respecto Jean Danielou observa con razón: “A diferencia de la narración de la anunciación [a María], la adoración de los Magos no afecta a ningún aspecto esencial de la fe. Podría ser una creación de Mateo inspirada por una idea teológica; en este caso, nada se vendría abajo (p. 105). El mismo Danielou sin embargo, llega a la convicción de que se trata de acontecimientos históricos, cuyo significado ha sido teológicamente interpretado por la comunidad judeocristiana y Mateo”.
 
            Por decirlo de manera sencilla: ésta es también mi convicción. Pero hemos de constatar que en el curso de los últimos cincuenta años se ha producido un cambio de opinión en la apreciación de la historicidad que no se basa en nuevos conocimientos de la historia, sino en una actitud diferente ante la Sagrada Escritura y al mensaje cristiano en su conjunto. Mientras que Gerhard Delling en el cuarto volumen de “Theologisches Wörterbuch zum Neuen Testament” (1942), consideraba aún la historicidad del relato sobre los Magos asegurada de manera convincente por la investigación histórica (cf. Pag 362, nota 11) ahora incluso exégetas de orientación claramente eclesial como Nellessen o Rudolf Ernes Pesch son contrarios a la historicidad, o por lo menos dejan abierta la cuestión.
 
            Ante esta situación, es digna de atención la toma de posición cuidadosamente ponderada, de Klaus Berger en su Comentario de 2011 al Nuevo Testamento: “Aún en el caso de un único testimonio… hay que suponer mientras no haya prueba en contra, que los evangelistas no pretenden engañar a sus lectores, sino narrarles los hechos históricos… Rechazar por mera sospecha la historicidad de esta narración va más allá de toda competencia imaginable de los historiadores” (p. 20).
 
            No puedo por menos que concordar con esta afirmación. Los dos capítulos del relato de la infancia en Mateo no son una meditación expresada en forma de historias, sino al contrario: Mateo nos relata la historia verdadera, que ha sido meditada e interpretada teológicamente, y de este modo nos ayuda a comprender más a fondo el misterio de Jesús”.
 
 
            ©L.A.
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