Hay libros que nos marcan. Sin duda alguna, uno de los autores que más me ha llegado y servido es Fr. Yves Marie-Joseph Congar, O.P. (19041995). Querido por unos y rechazado por otros, fue el teólogo del Concilio Vaticano II. Como todo hombre comprometido con la verdad, resultó incomprendido, sin embargo, la realidad de las cosas es que dejó una huella realmente significativa en los campos de la cristología, la pneumatología, el ecumenismo y la pastoral en general. Tan es así, que fue creado cardenal por el Papa Juan Pablo II poco antes de morir, es decir, en noviembre de 1994.

Hoy conviene recordar a las grandes mentes de la historia de la Iglesia. Si bien es cierto que lo más importante es vivir verdaderamente el Evangelio, no es menos cierto que al más puro estilo de Santo Domingo de Guzmán (11701221), es posible unir a la oración con el estudio. Fr. Yves Congar nos recuerda que podemos ser críticos y, al mismo tiempo, mantener viva la comunión con la Iglesia. Que no hay ruptura, sino hermenéutica de la continuidad. Como cristianos, necesitamos volver constantemente a las fuentes, formarnos y reformarnos, manteniendo la esencia de la fe. La ignorancia no es un sinónimo de humildad y sencillez, sino un problema que debemos de superar. Ciertamente, para alcanzar la santidad no hace falta tener estudios, sin embargo, en la medida de lo posible, de nuestras habilidades y talentos, es importante mantenernos al día, dándole un lugar importante al estudio, sobre todo, de las Sagradas Escrituras.

 Recordar a Fr. Yves Congar, es hacer memoria de un fraile francés que nos dejó una frase llena de sentido y, a su vez, de un profundo convencimiento personal: “he amado a la verdad como se ama a una persona”. Allí está la clave, pues Jesús trae consigo todo lo que es verdadero y digno de entrega.