La Navidad está “topificada” y vaciada de significado. Es una pena pero es así. No hay más que ver las horteradas que se cuelgan por las calles de las ciudades y que las alcaldesas y/o alcaldes tienen la desfachatez de llamar “luces de Navidad”. O los anuncios de la TV, que tan sólo con un icono -que ya no imagen- alusivo a la Navidad, nos llenan de deseos de comprar o consumir.

Es para estudiarlo: se toma un concepto cristiano, se lo vacía de su significado y se rellena ese vacío con hechos o acontecimientos derivados del significado original. Y así los que viven de las ventas hacen su agosto en diciembre.

Vaya por delante que no me estoy metiendo con los fabricantes ni vendedores de dulces navideños ni con los de juguetes, para nada, ¡líbreme Dios, con lo que me gustan los polvorones y con la de trabajo que tienen los Reyes Magos en esta época del año!

Lo que digo es que la Navidad, se mire por donde se mire y se coja por donde se coja, es una realidad cristiana.  ¡Nos ha j… orobao, no va a ser cristiano el nacimiento de Cristo!  Eso es así y es incontestable. Te puede gustar o no pero no se puede cambiar.

En todas las culturas se han celebrado siempre las fechas destacadas, también en las  de tradición cristiana, en la que una de las más gordas es, lógicamente, la Navidad. Y en cada lugar y en cada época ha habido formas concretas de celebración: con ceremonias religiosas o sociales, comidas más especiales, bailes, cánticos, incluso haciéndose regalos unas personas a otras.

En España, como todos sabemos, se comen polvorones y turrón y otras cosas solamente en Navidad. Quizá el origen de esas costumbres esté en la forma de ganarse la vida de los primeros cristianos de aquí, su condición social, su poder adquisitivo y muchas otras circunstancias que no les permitían comerse un pavo o un cochinillo o un cordero todos los fines de semana, por lo que hacían un extra en una fecha muy señalada para que se notara que era un día especial.

O a lo mejor es que disponían de mucha harina, manteca y almendras y se inventaron una forma de aprovecharlas que no se estropeara enseguida y así aparecieron los polvorones… ¡yo qué sé! Desconozco esos detalles pero no son importantes para lo que quiero decir, y es que en este mundo tan materialista, globalizado y consumista en que vivimos es necesario remontarse a los orígenes para recordar el significado de la Navidad.

De momento veamos el significado etimológico de la palabra “navidad” según mi amigo el Diccionario de la RAE:

navidad

Del lat. tardío nativĭtas, -ātis 'nacimiento'.

Escr. con may. inicial en aceps. 1 y 2. Escr. m. con may. inicial en acep. 3.

  1. f. En el mundo cristiano, festividad anual en la que se conmemora el nacimiento de Jesucristo.
  2. f. Día en que se celebra la Navidad.Hoy es Nochebuena y mañana Navidad.
  3. f. Tiempo comprendido entre Nochebuena y la festividad de los Reyes Magos. U. t. en pl. con el mismo significado que en sing. Se harán los pagos por Navidades ypor San Juan.
  4. f. coloq. Año de edad de una persona. U. m. en pl. El abuelo tiene ya muchas navidades.

Y ahora veamos el significado más allá del término en sí mismo. La palabra Navidad evoca cosas distintas en cada uno. A unas personas les trae recuerdos bonitos, a otras dolorosos, a unos les pone nostálgicos o deprimidos, a otros contentos y como una moto; a unos les gusta y a otros no.

En el origen de todas las formas de celebrarla y de todas las tradiciones de cada país, comunidad autónoma, pueblo o familia está la primera Navidad: el hecho histórico del nacimiento de Cristo con los acontecimientos que lo precedieron y siguieron, que no voy a enumerar porque todos los conocemos.

Por eso me molesta que se aproveche la Navidad para fomentar el consumismo, que a su vez favorece el materialismo, el egoísmo y todos los “ismos” negativos. Porque a los fabricantes y/o vendedores de todos los productos que se anuncian en los medios de comunicación les da igual la fecha que sea, ellos quieren vender cuanto más mejor y lo mismo les da diciembre que abril, por eso me duele que la Navidad quede a la misma altura que la llegada de la primavera, que las rebajas de agosto o que el 25 aniversario de un parque temático, ¿me entiendes? Si sabes por qué en estas fechas se reciben regalos también te molestará, aunque sea un poquito. O no, que cada uno y su sensibilidad somos únicos.

¿Quiere esto decir que los que no son cristianos o los cristianos que no creen, o los que pasan de Dios y de la Iglesia no tienen derecho a celebrar la Navidad, a pegarse una buena cena en Nochebuena o a recibir regalos? ¡¡¡NO!!! 

Como tampoco estoy diciendo que los que sí somos cristianos tampoco podamos hacerlo.

Lo que quiero decir es que somos tontos si los que nos decimos verdaderamente cristianos nos dejamos reducir la Navidad a una fiesta “civil”, a una ocasión como otra cualquiera para darnos caprichos. Para eso ya están los cumpleaños, ya me entiendes. La Navidad ES MUCHO MÁS,  es un verdadero tesoro para toda la Humanidad y nos hemos olvidado….

Por eso te pregunto, ¿te acuerdas de la primera Navidad?, ¿piensas alguna vez en la Navidad de Dios?, ¿en qué pensará Dios al mirar a la Tierra y ver en qué hemos convertido los hombres el cumpleaños de su Hijo Amado? ¿Qué vas a hacer tú este año para que se note que es Navidad?

Por ejemplo, si a la alcaldesa de Madrid no le da vergüenza no poner este año tampoco el belén de la Puerta de Alcalá,  A MÍ TAMPOCO ME LA DA PONER UN POSTER DEL NACIMIENTO EN LA PUERTA DE MI CASA. Ni poner un belén con mis hijos, ni poner villancicos a todo trapo, ni ir a la Misa del Gallo en Nochebuena después de una señora cena en familia, ni por supuesto escribir mi carta a los Reyes Magos ¡a mis 45 años! y esperar llena de ilusión a ver qué me traen el 6 de Enero.

¡Feliz Navidad!