Antes de nada leamos un breve fragmento de la obra: Réplica a las cartas de Petiliano (San Agustín), en donde se establece un diálogo entre un “modernizador” de la Iglesia de su tiempo y el santo: 

Petiliano:  «¿Qué  motivo  hay,  o  qué  inconsecuencia,  en  vuestra  vanidad  para  que,  a  pesar  de  aplicarnos  el falso  nombre  de  herejes,  tan  vivamente  deseéis  nuestra  comunión?»

Agustín:  Si  deseáramos  tan  vivamente  la  comunión  con  los  herejes,  no  trataríamos  de  que  os  corrigierais  de vuestro  error  herético;  pero  si  nuestro  trato  con  vosotros  se dirige  a  que  no  seáis  herejes,  ¿cómo  se  puede  decir  que  deseamos  tan  vivamente  la  comunión  con  los  herejes?  Porque  la disensión  y  la  división  es  lo  que  os  hace  a  vosotros  herejes y  en  cambio,  la  paz  y  la  unidad  es  lo  que  hace  católicos Por  consiguiente,  cuando  venís  de  la  herejía  a  nosotros,  dejáis  de  ser  lo  que  odiamos  y  comenzáis  a  ser  lo  que  amamos. (San Agustín. Réplica a las cartas de Petiliano, Libro III 218-219) 

Todos deseamos la unidad de los cristianos, pero no una unidad nominal o vacía, sino una unidad real que nos permita vivir plenamente la comunión eclesial. En todas las épocas se han producido escisiones eclesiales que buscaban la adaptación del Misterio, Mensaje y Compromiso eclesial al tiempo en que se vivía. San Agustín tuvo que vivir en constante pugna con donatistas, arrianos y otras herejías diversas. Pero no creamos que esto es cosa del pasado. 

Supngo que todos sabrán de las tensiones que existen entre la conferencia de líderes religiosas de los Estados Unidos (LCWR) y la Congregación para la Doctrina de la Fe. La pugna entre estas religiosas y la Iglesia se ha venido a reavivar hace pocos días, cuando hemos conocido que la fundación “Herbert Haag, por la libertad en la Iglesia” ha concedido su premio 2013 a esta asociación de religiosas norteamericanas. 

No es mi intención entrar en este momento a opinar sobre la conferencia de Líderes Religiosas de los Estados Unidos, ya que se ha hablado mucho de ellas y no creo necesario reincidir en sus problemáticas posturas doctrinales. Lo que me lleva a escribir este texto es la fundación “Herbert Haag” y la labor que realiza en contra de la Iglesia Católica. 

La fundación “Herbert Haag” centra su labor en la promoción de la “libertad” dentro de la Iglesia Católica, concediendo premios a personalidades o colectivos como: Leonardo, Boff, Eugen Drewermann, Jacques Gaillot, el movimiento internacional Somos Iglesia, Sociedad de mujeres afectadas por el celibato, entre otros muchos. Es de interés señalar que el presidente de la Fundación es el conocido escritor y teólogo, Hans Küng.

¿Qué significado tiene premiar reiteradamente a quienes se rebelan contra el Magisterio eclesial? Básicamente actuar como el agua que se aloja en las grietas de las rocas y al congelarse produce que se rompan en pedazos más pequeños. Si el símbolo de los cristianos es la unidad y el amor entre todos, la separación y el dolor de vernos enfrentados, sólo puede provenir del diablo. Hay que tener cuidado con las sutilezas de quien busca separar ofreciendo premios y presentando como “víctimas” inocentes, a quienes se rebelan internamente contra la Iglesia. Subconscientemente tenemos claro que se premia lo “bueno”, por lo que la mejor forma de destruir es esconder el mal detrás de un honor y un reconocimiento internacional. La técnica es muy antigua, ya lo practicaban los romanos en tiempos de Cristo y desde entonces, se ha convertido en un recurso de marketing de primer nivel. 

Y  todavía  nos  preguntaban  malévolamente  cómo  pudo  el diablo  sembrar  la  cizaña  en  la  Iglesia  de  Cristo,  reconociendo ellos  que  en  la  Iglesia  están  mezclados  los  malos,  al  menos ocultos,  sin  querer  darse  cuenta  de  que  han  sido  sembrados por  el  diablo. (San Agustín. Mensaje a los Donatistas después de la conferencia IX, 12) 

¿Cuál es el signo que nos permite discernir entre la acción de Dios y la del diablo? Básicamente los frutos que cada cual genera tras sus acciones. En el caso de la Fundación Herbert Haag, el fruto que se buscan es la destrucción de la unidad de la Iglesia, tal como la conocemos. ¿Qué nueva iglesia buscan? Una iglesia “libre”, donde la unidad es el vacío, la armonía es el silencio y el amor es sólo tolerante desafecto. Todo vale y por la misma razón, todo carece de valor. Relativismo en estado puro. 

Creo interesante observar cómo va a actuar la Conferencia de Lideres religiosas frente a este premio. Veremos si es capaz de rechazar esta fruta envenenada, tan bellamente dispuesta  o confiar en que la unidad eclesial es el mejor premio. Si aceptan el premio, evidenciarán cual es el valor que persiguen con su movimiento. Dios quiera que se den cuenta de la tentación a la están siendo sometidas y rechacen este deshonroso honor.