Salgo corriendo de casa pues ¡llego tarde! A través de la web de Patrimonio Nacional: https://entradas.patrimonionacional.es/es-ES/informacion-recinto/14/monasterio-encarnacion, he comprado una entrada (6€) para participar en una de las visitas turísticas al Real Monasterio de la Encarnación, ya el décimo de mi tour por todos los Conventos de clausura de Madrid.

Salgo del metro de Ópera y callejeando llego hasta la plaza de la Encarnación donde se alza el Monasterio que -según nos contarán más tarde- alberga actualmente a una Comunidad de 11 monjas Agustinas Recoletas

La visita comienza en el zaguán donde nos espera un guía. El Monasterio -nos explica- fue fundado por los reyes Felipe III y Margarita de Austria-Estiria en 1611 de la mano de la Venerable Madre Mariana de San José.

El Convento posee 7.400 obras de arte procedentes de regalos, dotes, etc., y del mismo modo que la visita al Monasterio de las Descalzas Reales, el recorrido turístico transcurre por la clausura de las monjas (claustros, capillas y Coro) gracias a un privilegio muy especial que concedió el Vaticano. “Vamos a ver la entraña de un Convento de clausura”, asegura el guía.

Ya en la Portería Reglar se siente esa “entraña”. Sólo se escucha la voz del guía, a los pájaros que rodean el Monasterio y a un sereno y agradable silencio. En esta sala, la obra más importante es un enorme lienzo de Luca Giordano (1634-1705) que representa a San Agustín y a Santa Mónica (llamado El éxtasis de Ostia).

Me fijo especialmente en este cuadro no tanto por su indudable belleza artística sino porque, para mí, tiene un significado especial. Me recuerda a mi madre -gran devota de Santa Mónica- y en las veces que me ha contado este episodio: Santa Mónica, madre de San Agustín, pasó cerca de 30 años llorando pidiendo a Dios la conversión de su hijo. Ya convertido, madre e hijo decidieron regresar, desde el puerto de Ostia Tiberina (cerca de Roma), a su tierra Cartago. Allí comenzaron a hablar de Dios y del Cielo y tuvieron un éxtasis.

Así lo cuenta San Agustín en sus Confesiones: “conversábamos dulcísimamente; y olvidando las cosas pasadas, ocupados en lo por venir, nos preguntábamos los dos, delante de la verdad presente que eres Tú, cuál sería la vida eterna de los santos, que ni el ojo vió, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre concibió” (Libro 9. Cap. X).

Claustro, Coro y Relicario

El claustro bajo es nuestro siguiente destino; es una zona que se utiliza para la meditación -explica el guía-. Es de forma cuadrada y las paredes están decoradas con escenas de la vida de Jesús y de la Virgen María. Destaca una imagen de la Virgen de la O o de la Expectación del parto que muestra al Niño Jesús perfectamente visible en el seno de la Virgen María embarazada.

De allí pasamos al Coro -sala donde se reúnen las monjas para rezar- que comunica con una pequeña estancia donde se encuentra el sepulcro de la Madre Mariana de San José, primera Priora del Convento y fundadora de las Agustinas Recoletas (o lo que es lo mismo, promotora de una reforma de las Agustinas) que está en proceso de canonización.

Y, llegamos al Relicario del Monasterio, una Sala imponente que guarda más de ¡700 reliquias! (partes del cuerpo o de la ropa u objetos que han estado en contacto con un santo). La reliquia más conocida es una ampolla que contiene sangre de San Pantaleón, médico y mártir cristiano, del siglo III-IV d.C., muy venerado sobre todo en la Iglesia oriental.

“Durante todo el año la sangre de este santo presenta un aspecto oscuro y sólido. Pero, cada 26 de julio por la tarde, víspera de la fiesta de San Pantaleón, la sangre comienza a hacerse líquida y, hasta el final del día 27, toma un color rojo de sangre viva”, asegura el guía ante nuestro asombro. Es un hecho extraordinario e insólito que las monjas Agustinas Recoletas exponen a todos los fieles que quieran acercarse esos días a su iglesia.

Por último y ya quizá excesivamente rápido vemos la iglesia donde está Nuestro Señor en el Sagrario, por Quién tiene sentido todo lo que significa un Monasterio de clausura y por Quién entregan y han entregado su vida las monjas que han vivido entre estas paredes a lo largo de los siglos.

En el altar mayor me fijo en un bello lienzo de “La Anunciación” de Vicente Carducho, pintor de la corte de Felipe III, y a ambos lados en dos tallas de madera policromada que representan a San Agustín y a Santa Mónica.

Salimos al exterior para ver la fachada de la iglesia, sobria y clásica, donde sobresale un relieve con la advocación del Monasterio (La Encarnación): Dios Padre, con largas barbas y rodeado de pequeños ángeles, enviando al Espíritu Santo sobre la Virgen María, acompañada del Arcángel Gabriel.

La visita ha durado 50 minutos, pero ¡me ha sabido a poco! Pregunto cuándo hay misa y me dicen que de lunes a sábado a las 8h., 8,30h. y 19,30h., y los domingos a las 8,30h., 10,30h. y 12h. De nuevo en el zaguán, donde venden libros y recuerdos, compro dos libritos: uno sobre la fundadora “Mariana de San José. Fundadora de las Agustinas Recoletas” de Jesús Diez (6€) y otro sobre “La sangre de San Pantaleón en Madrid”, de Eugenio Ayape (6€).

Pienso volver, si Dios quiere, por la fiesta de San Pantaleón. Y con ganas renovadas de seguir “caminando por Madrid” para conocer las “entrañas” de tantos Monasterios de clausura que todavía me quedan por descubrir.

Datos de interés:
Real Monasterio de la Encarnación
Plaza de la Encarnación 1. Madrid 28013

Horarios de misas:
Lunes a sábados: 8h., 8,30h. y 19,30h.
Domingos: 8,30h., 10,30h. y 12h.

Visitas turísticas:
Patrimonio Nacional:
http://www.patrimonionacional.es/real-sitio/real-monasterio-de-la-encarnacion

Compra de entradas por internet:
https://entradas.patrimonionacional.es/es-ES/informacion-recinto/14/monasterio-encarnacion