¿Están Vds. por y con la vida? ¿A que cada vez que discuten sobre el tema del aborto le sale alguien con la pregunta, como si los 120.000 abortos que se producen en España fueran todos por violación(1)?
 
            El argumento es devastador: por un lado, busca el pronunciamiento personal e inequívoco del interpelado, para hacerle ver que una cosa es lo que piensa y otra es lo que haría; por otro, intenta poner al interpelado que es padre entre la espada y la pared, tratando de llevarle a la tesitura de que por una cuestión “meramente ideológica” y hasta egoísta diríamos, está dispuesto a sacrificar ni más ni menos que el bienestar, el futuro, la entera vida de su hija.

          A mí la cuestión me la han formulado, naturalmente. Varias veces, por cierto. Es un clásico. Y bien, cada vez que me ocurre respondo con el corazón, con el corazón y con la cabeza. “¡Pues tener el hijo naturalmente! El niño tendría madre, mi hija, y además abuelo (y abuela): yo, mi mujer”. Y añado, si quiera para mis adentros: “Si tuviera que matar a alguien, mataba al violador; al niño no, ¿al niño por qué?”. Dios no lo permita, sin embargo, matar a nadie, me produciría más tribulación que alivio y hasta un violador tiene derecho a vivir, aunque sólo sea para poder arrepentirse.
 
            Esto dicho, les voy a confesar la verdad, toda la verdad: la última palabra la tendría mi hija. “¿Pero no habías dicho que…?” me preguntarán Vds. todo inquietos. ¡Tranquilos, que no! No me refiero, en modo alguno, a llevar el embarazo a término, que para que mi hija no lo hiciera, tendría que ser en franca oposición con su padre, que soy yo, y con su madre también. No, sino para, una vez nacida la criaturita, acogerla en la familia o, por el contrario, entregarla en adopción a persona capaz de ofrecerle más cariño que el que nosotros podamos darle, dadas las penosas circunstancias en las que la pobrecilla ve la luz. Que no les quepa a Vds. duda: en el mundo, en España sin ir más lejos, debajo de casa probablemente, hay muchas personas dispuestas a amar a un niño, personas que necesitan amar a un niño y a las que la caprichosa y desaprensiva naturaleza hasta se los niega, las cuales no le van a hacer feos porque sea producto de una violación.
 
            Pero les voy a decir otra cosa: dudo que al ver al niño en sus brazos, mi hija, como cualquier otra mujer en su pellejo, aceptara deshacerse de él. Es un fenómeno conocido: por eso los aborcionistas se oponen con la furia que lo hacen a que las mujeres que optan por un desenlace tan penoso como lo es el de un aborto, tengan que contemplar previamente una ecografía tridimensional.
 
            Les voy a decir más: no me parece tampoco ningún drama dedicarle nueve meses a hacer cuanto es preciso para permitir a una criaturita inocente de todo pecado de sus padres conocer algo tan maravilloso como es la vida. A cosas mucho más fatuas, más estúpidas, y hasta más devastadoras y autodestructivas, le dedicamos tantas veces más tiempo los estúpidos seres humanos.
 
            Y por último, a mi hija, la madre, no sólo no le arruino la vida. Al revés: le evito el duro trance de tener que tomar la más grave de las decisiones, la que versa sobre la vida de un ser que, además, la recibe de ella misma. ¿Cabe mayor carga para nadie?
 
            Queda así respondida la pregunta. Como lo siento se lo digo a Vds..
 
 
            (1) 185 casos sobre 115.812 en 2008, a saber, uno de cada 626.
 
            ©L.A.
                Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día,
                o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en
 
 
 
Otros artículos del autor relacionados con el tema
(haga click en el título si desea leerlos)
 
¿Qué podemos esperar de la reforma del aborto de Gallardón?
Más sobre el aborto eugenésico de Gallardón
De ese médico condenado por hacer un aborto y no conseguir matar al feto
Da su vida para ver nacer a su bebé