El Obispo de Solsona, Xavier Novell, ha vuelto a insistir en sus declaraciones de cariz político. Tras el revuelo causado por su sermón en la fiesta mayor y pasado un tiempo de reflexión y oración (son muchos los que, me consta, rezan por él), Mons. Novell vuelve a protagonizar portadas.

No voy a detenerme sobre la afirmación de que "la Iglesia tiene que respetar lo que democráticamente decidan los ciudadanos, siempre y cuando respeten los derechos fundamentales de la persona", que obvía que, para el Magisterio, hay instancias más allá de los derechos de la persona. Esta tesis, por desgracia, muestra bien a las claras las tremendas lagunas de la enseñanza que se imparte en los seminarios.

Tampoco voy a centrarme en la actitud desleal que suponen las siguientes palabras: "La iglesia no debe posicionarse políticamente, y las últimas declaraciones de los obispos hermanos de España suponen meterse en política". 

Lo que me ha chocado es que el Obispo Novell afirme, a continuación, que
"A mi me acusan de que me meto también, pero solo recuerdo los derechos que tienen los ciudadanos a elegir todas las opciones que son legítimas". Mn. Novell, con todo el respeto y cariño del mundo, lo que dice no es verdad.

Usted ha predicado lo siguiente:

"María del Claustro, nacida en un país ocupado y oprimido, emigrante por motivos políticos, sabe bien qué significan esas esteladas. ¿Qué le vamos a explicar sobre deseos de independencia política?"

"Pero dábamos un paso más en sintonía con el creciente sentimiento independentista de este país: Hoy se han manifestado nuevos retos y aspiraciones que afectan a la forma política concreta en la que el pueblo de Cataluña se ha de articular".

Le acusan de que se ha metido en política. Es verdad. Usted no ha respetado la diversidad de su grey y ha abrazado el discurso de unos, marginando a otros muchos. Lo cierto es que no ha cumplido lo que ahora echa en cara a sus hermanos en el episcopado.

Para acabar, una reflexión. En noviembre de 2010, en una valiente entrevista en TV3, Mn. Novell afirmaba: "La Iglesia Catalana no existe, existe la Iglesia EN Cataluña". Dos años después afirma que "Si Cataluña fuera un país independiente, afectaría a la Iglesia Católica Catalana".

¿Dónde ha quedado aquel joven y valiente obispo que quería anunciar a Jesús a todos los hombres y no supeditar el anuncio evangélico a la construcción nacional?