¿Lo ha dicho la Real Academia de la Historia? ¿Lo afirma la revista “Historia National Geographic”? ¿Harvard, Yale, Cambridge quizás? ¿Gonzalo Anes, director del magno “Diccionario biográfico” de la Real Academia de la Historia? ¿Fernández Alvarez? ¿Luis Suárez? ¿Paul Preston? ¿Ian Gibson? ¿Paul Johnson? ¿Henry Kamen? ¿Joseph Pérez?
  

           No hombre, no. Lo asegura Marienna Sánchez Jáuregui. ¿Que quién es Marienna Sánchez Jáuregui? ¡Señores, por favor, un poquito de seriedad! ¡Marienna Sánchez Jáuregui es la alcaldesa de Ibiza!

            Y no crean que lo hace ella sola, no, porque a mayor abundamiento y aunque no hubiera sido en modo alguno necesario, junto con ella lo afirman ni más ni menos que la totalidad de los concejales del ilustre ayuntamiento... ¡sin una sola excepción! ¿Es concebible aval mayor?
 

           Y no sólo ibicenco, sino algo mucho más importante todavía, si cabe... ¡¡¡catalanoparlante también!!! Sí señores... Colón era... ¡¡¡catalanoparlante!!! ¡¡¡Marienna dixit quoque!!! ¿Pero quién necesita de expertos historiadores y sesudos y aburridos investigadores, teniendo buenos alcaldes que proveen diligentemente por las necesidades más íntimas y profundas de los ciudadanos? ¿A quién le importa si el ayuntamiento tiene las calles en buen estado, o si se trata de uno de esos miles de ayuntamientos ruinosos que abarrotan la geografía española, estando latente, como lo está, la espinosa cuestión de si Colón era ibicenco o no, y sobre todo, de si hablaba catalán o no lo hablaba?
 
            Ahora sólo falta certificar que, en su calidad de buen ibicenco y mejor catalanoparlante, Colón era también catalán, y como buen catalán, faltaría más, firme partidario de una Catalunya lliure y de unos Paisos Catalans lliures, como también lo era Luis Casanova (), a quien los malvados historiadores le han tergiversado el discurso en el que al unísono afirman que dijo:
 
            “Se confía con todo que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad derramarán gloriosamente su sangre y su vida por su rey por su honor, por la patria y por la libertad de toda España”,
 
            cuando lo que en realidad dijo es:
 
            “Se confía con todo que como verdaderos hijos de la patria y amantes de la libertad derramarán gloriosamente su sangre y su vida por la Generalitat, por el President, por el Parlament y por la patria y por la libertad de Catalunya y de los Paissos Catalans”.

            Y sólo nos falta algún otro alcalde (si fuera presidente autonómico, mejor todavía), pero en cualquier caso con los mismos bemoles y estatura de Marienna, que nos confirme, por fin, que nada más llegar a América y con los restos de la destruída nao Santa María, Colón no levantó, como nos cuentan los sesgados e interesados historiadores de rigor, el Fuerte Navidad, no, sino… ¡¡¡la Acadèmia Colom, primera academia de catalán de toda América!!!
 

          Pena que los fanáticos compañeros del Almirante, una vez que éste se hizo a la mar rumbo a España y abusando de su conocida buena fe, en vez de enseñarles a los indios catalán como dejara ordenado, se empeñaron en cristianizarlos y en enseñarles castellano. Lo que sin embargo y por esta vez, no habrían de dejar sin su adecuado castigo los avispados indígenas, percatados desde tan pronto de las ínfulas opresoras e imperialistas intrínsecas a la religión cristiana y a la lengua castellana, ocurriendo lo único cierto que sobre el episodio nos cuentan los maléficos historiadores, a saber, que los indios redujeron a los españoles del mal-llamado Fuerte Navidad, -en realidad “Acadèmia Colom, catalá per indígenes”-, a carne de barbacoa, no quedando de ellos para cuando el Almirante volvió a las Américas... ¡ni las raspas!
 
            Y eso que aún nos ocultan los historiadores la mejor parte del episodio, a saber, que para cuando el Almirante regresó al Nuevo Mundo en lo que se conoce como el “segundo viaje”, se había producido el más hermoso de los milagros… ¡¡¡y todos los indios hablaban un perfecto catalán!!! Cosa que ocurría, ciertamente, no por casualidad, sino como consecuencia de otro hecho silenciado por los mismos historiadores al servicio del imperialismo castellano, cual es la temprana aparición a los indios americanos, ni más ni menos que… ¡¡¡de Sant Jordi de Catalunya!!! ¿Qué no han oído Vds. hablar de Sant Jordi de Catalunya(1)? Sí hombre sí, el soldado ese catalán que mató al dragón para, en una nueva tergiversación interesada de la historia, salvar no a una señOra como tradicionalmente se cuenta, sino una señEra que se quería zampar el animalito sin ninguna consideración, ya que según parece, como dragón era de la subespecie “Draghonsis castellanensis”.
 
            Claro, tampoco sabrán Vds. -aunque no se deben preocupar más, ya que según parece va a constituir objeto de la moción del diputado Ernest Maragall en la próxima sesión del estado de la nación del Parlamento catalán-, que la que se pareció en Méjico al indio Juan Diego no fue la Virgen de Guadalupe, nuevo engaño de los mismos historiadores de siempre… ¡¡¡sino la Mare de Déu de la Mercè!!! Sí señores, la mismísima Mare de Déu de la Mercè, que por cierto, no sé si sabían Vds. … ¡¡¡pero también era ibicenca!!! Y más importante si cabe...¡¡¡catalanoparlante!!! ¡¡¡La Mare de Déu de la Mercè era catalanoparlante!!! Y Belén, ¿a que no saben Vds. donde estaba Belén? ¡Sí, sí la ciudad de Belén que menciona la Biblia! ¿a que no saben donde estaba? ¿Y Napoléon? ¿Saben Vds. donde....
 
            ¡Bendito estado de las autonomías, que ha hecho posible por fin la llegada al poder de esta maravillosa generación de inteligentes y preparados alcaldes y presidentes autonómicos que nos han permitido conocer estas cosas tan hermosas que con tanto encono y pérfida intención nos habían silenciado paniaguados historiadores al servicio de Felipe II, de Franco y del malvado y ominipresente imperialismo castellano! ¡Lástima que hayamos tardado tanto en darnos cuenta de lo rápido y lo bien que se escribe la historia por decreto...!
 
 
                (1) A Sant Jordi de Catalunya lo conoce el santoral, en una nueva felonía de los historiadores de siempre, como San Jorge de Capadocia, donde como habrán Vds. apreciado con toda facilidad, y aprovechando la similitud fonética entre los dos términos, se sustituye sagazmente “Cataluña” por “Capadocia”.
 
 
 
            ©L.A.
            Si desea suscribirse a esta columna y recibirla en su correo cada día,
                o bien ponerse en contacto con su autor, puede hacerlo en
 
 
 
Otros artículos del autor relacionados con el tema
 
Del gran español llamado Casanova al que honran hoy en Cataluña
De una virtud que sí habrá que reconocer a los nacionalistas...
De esa manera tan catalana de negociar
Del verdadero nombre de Carod-Rovira
De la razón por la que Messi está en Barcelona sin su familia