Año del Señor 2019
21 de febrero 
 
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día. 
 
LA FRUTA ES SANA
 
Ayer al mediodía elegí un kiwi para concluir la comida. Gracias a nuestras hermanas dominicas de San Sebastián, tenemos kiwis casi todo el año. Su cosecha es tan grande que siempre la comparten con otros Monasterios. Y la verdad es que están buenísimos. 
 
Lo abrí por la mitad y comencé a degustarlo a cucharadas. Mientras lo hacía, me surgía pensar que es curiosa esta fruta. Sí, sí, porque mira que tiene una piel peluda, marrón... es cierto que es fina pero, solo cuando lo abres, te das cuenta de que el exterior no tenía nada que ver con el interior.    
 
Así me puse a observar las otras frutas: la naranja, con esa piel más gruesa y amarga pero que, una vez pelada, se convierte en un alimento lleno de vitaminas; o el plátano, ¿a quién se le ocurriría abrir por primera vez un plátano? Y mira que luego es dulce y a todo el mundo gusta. En el Monasterio, cuando los hay, son las primeras frutas en ser elegidas...
 
Aquello me encantó, me recordaba que esto mismo nos sucede a las personas: muchas veces nuestra piel no habla de lo que llevamos dentro, ni de lo que somos en realidad. Y es que por la apariencia no se conoce a la persona.
 
Y, ¿cuántas veces nos vemos delante de una persona que se presenta con cierta aspereza o dureza como la piña, o incluso personas secas y duras como un coco...? Y nos suele suceder que nos tomamos algunas de sus reacciones como una ofensa personal... Sin embargo, normalmente ni siquiera tienen que ver con nosotros, sino que en realidad son solo máscaras, ¡siempre en su interior hay mucho más de lo que podemos ver desde fuera! Quizá es que aún no lo sepa hacer de otra manera.
 
En el locutorio lo experimentamos tantas veces... Ahí vemos cómo muchos llegan de una forma y se van de otra, cómo algunos comienzan sentándose atrás y terminan delante de nosotras compartiendo desde dentro... El Señor nos regala ver un poquito de todo eso que Él ha puesto en la persona y que va mucho más allá de las simples apariencias. 
 
Y es que cualquier gesto de acogida, de paz, y, en definitiva, de Amor, va rompiendo esa cáscara. Tal y como Cristo hace cada día con nosotros, acogiéndonos siempre y renovándonos con su Amor...
 
Hoy el reto del amor acoger a cualquier persona que entre en contacto contigo. Te salude o no, le sonrías y mire a otro lado... no importa, antes o después todos nos rendimos al amor. Lo realmente importante es que no dejes de amar, y en seguida descubrirás cuántas veces otras personas han hecho esto mismo por ti. 
 
VIVE DE CRISTO
 
 
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¡Feliz día!
 
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