Desde hace ocho años cenamos en la Nochebuena con los pobres del barrio en el comedor social de la parroquia. El primer año que lo hicimos, fue por la insistencia de un feligrés que sentía mucha pena durante la Nochebuena, al ver a mucha gente sola y triste mientras él lo festejaba alegremente con su familia. No pude resistirme a sus ruegos y nos lanzamos a la piscina.

Lo peor llegó cuando le dije a mis padres:

-“Este año no puedo cenar la Nochebuena con toda la familia, porque voy a invitar a los pobres del barrio a cenar.”

-“Lo que faltaba, -decía disgustada mi madre-, ahora ya ni vienes en Navidad.”

Ciertamente es una fecha muy familiar y entrañable. Pero por eso mismo, me convencí de que debía cenar con la familia que Dios me había regalado: mis queridos pobres.

El primer año fuimos cuarenta y cinco y el año pasado llegamos a ser doscientas personas. Nos ayuda la ONG “Avanzaong”.

Recuerdo que el primer año me senté con un anciano, que nos contaba cómo le había abandonado toda su familia y vivía solo, en una habitación. Se le escapaba las lágrimas:

-“Hacía muchos años que no cenaba en Navidad con nadie. Sois mi familia.”

Al otro lado de mi mesa había una chica joven con su bebé de meses. Estaba sola porque su novio le había abandonado cuando se enteró de que estaba embarazada y quería tener el niño. Nos iba contando lo mal que le había tratado su novio: ni siquiera fue al hospital cuando nació su bebé. Pero allí estaba ella, asombrada viendo lo bien decorado del salón y la excelente comida. Parecía un restaurante de primera categoría.

Otro año, una familia, pidió venir a cenar porque tenían a su bebé en la UCI. No querían estar solos esa noche. Sería demasiado triste. Todos nos encargamos de que pasaran una feliz noche a pesar de no poder estar con su hija de tres meses hospitalizada y rodeada de cables por todo su cuerpecito.

Al final de la cena, se reparten regalos a los niños, cantamos villancicos y pasamos al templo a celebrar la Misa de Gallo. Verdaderamente estamos en el portal de Belén. No sé cuántos seremos este año. Seguro que los que Dios quiera.