El rosario es más 
que una oración y la piedad que lo pronuncia. 
El rosario es la biografía 
de la Madre de Dios, la historia 
de su vocación y la delicadeza de su trato. 
El rosario significa 
vivir en el Corazón Inmaculado de María. 
El rosario es la insistencia 

de la ternura. El rosario es el punto álgido 
de la humanidad y del universo,
y del arte y de la teología, 
cuando Dios se engendra a si mismo
para sacarnos del aprieto y hacernos sus hijos. 
El rosario es acariciar, cuenta a cuenta, 
la santidad de todo lo que existe. 
El rosario es un lenguaje único e inefable 
que Dios inventó para su Madre. 
El rosario es la pedagogía del Amor, 
de su entidad divina. El rosario es el regazo 
y la mano y los labios y el alma de la Virgen. 
El rosario es un milagro 
que cabe en cualquier bolsillo. 
El rosario es recordarle a Dios que somos su familia. 
El rosario es adentrarse -sin prisas- 
en el significado real de nuestras vidas. 
El rosario es el himno de los ángeles 
y la melodía preferida de la Trinidad Santísima. 
El rosario es el consuelo 
del Gólgota de nuestra misa diaria: su entraña 
y su acción de gracias. 
El rosario es la Cruz y es la Gloria, 
y es el Poema, y es la Luz y su indulgencia. 
El rosario es la liturgia del Cielo 
en la tierra donde nos devanamos los sesos. 
El rosario es el movimiento y la belleza 
de todas las chicas y galaxias. 
El rosario es la pureza 
y la fortaleza del alma y de la Iglesia. 
El rosario es la madurez espiritual 
cuando de nuevo vuelves a ser niño. 
El rosario es la brújula 
que nos orienta en el camino. 
El rosario es el recorrido que nos queda 
hasta alcanzar la paz 
del corazón y del mundo que nos cobija. 
El rosario es el signo de los justos, y la esperanza 
de todos los que somos egoístas. 
Y el rosario es sobre todo la misericordia 
que Dios Se lleva entre manos.