Tal día como hoy de hace 44 años, el 23 de septiembre de 1968, falleció el Padre Pío, uno de los más grandes santos de la Iglesia católica. No conozco a ninguna persona que haya quedado indiferente tras saber de su existencia. Cada una de ellas goza ya de su poderosa intercesión, incluido quien esto escribe.

Los mismos prodigios que hizo en vida –conversiones, curaciones, apariciones en distintos lugares del mundo, ya fuese en persona, en sueños o mediante su embriagador perfume-, los repite ahora con creces desde el Cielo.
 
Hoy domingo, es oportuno recordar cómo eran sus Misas. Fray Paolo Covino, el sacerdote que administró la Unción de Enfermos al Padre Pío, me aseguraba en San Giovanni Rotondo cuando le entrevisté para mi libro Padre Pío, los milagros desconocidos del santo de los estigmas (LibrosLibres), que a su Misa asistía la Santísima Virgen rodeada por una cohorte de ángeles, junto a San Francisco de Asís, y que el Padre Pío era coronado de espinas.
 
Antonio Pandiscia, el periodista que más veces entrevistó al Padre Pío, afirmaba que en una de sus Misas se preocupó de tomar el tiempo que mantuvo elevado el Cuerpo de Cristo, tras la Consagración: “Exactamente veinte minutos”, anotó.

Ahora, desde el Cielo, el Padre Pío hace honor a su palabra dada en vida: “Haré más ruido muerto que vivo”.

PD: Remito al lector a mi artículo "Dos meteoritos en pleno siglo XXI", publicado en este mismo blog.      

Remito al lector a mi nuevo Facebook https://www.facebook.com/josemariazavalaoficial

Espero que le guste. Gracias.