El caso de la concejala del PSOE Olvido Hormigos, de Los Yébenes, que no necesito ni describir porque todos Vds. lo conocen sobradamente –mucho me temo que aunque algo tardío, , se trate de la versión 2012 de aquello que antes se daba en llamar “la serpiente del verano”- me ha hecho pensar inmediatamente en otro caso que hace ya cinco años dio también carnaza a la prensa, y en algunos aspectos parecido.
  

           Se trató entonces de una concejala del Partido Popular, María Dolores Jiménez, que lo era del conocido pueblo onubense de Lepe, y que como si de un chiste lepero se tratara, se hizo retratar como su madre la trajo al mundo, o casi, primero en las páginas de la revista cultural de su pueblo, y luego en las de otra revista, emblema de la Transición, conocida precisamente por sus portadas pero que todos leían “por sus artículos”: ¿hace falta decirles cuál?
 
            Recuerdo bien que el tema lo tratamos en un programa de radio en el que yo participaba entonces, “Punto de Encuentro con mi buena amiga Mabel Mínguez” (lo de “mi buena amiga” lo digo yo, el título del programa no lo incluía).
 
            A mí me pareció entonces, y creo recordar que eso dije, que la muchacha estaba en su perfecto derecho de aparecer en la revista que le pareciera y con la vestimenta que estimara oportuna, que en ese caso fue ninguna. Es más, con toda seguridad hasta le alegró la vista a más de uno, porque era una chica (y seguramente sigue siéndolo) muy guapa y muy bien hecha; porque la ley no lo prohíbe; y porque, no en balde, el desnudo siempre fue la piedra de toque de los grandes artistas y ninguno de ellos, ni aun los más píos, renunció nunca a hacer sus pinitos en él, en algunos casos con resultados magistrales que no preciso mencionar.
 
            Cosa distinta, sin embargo, es que a mí me pareciera bien que una concejala electa de un ayuntamiento como era María Dolores dedicara su tiempo a aparecer en la portada de las revistas de la guisa en que lo hacía, algo que me decepcionó tanto o casi tanto como haber visto de similar guisa en la misma portada a un sacerdote, a un general, a un/una premio Nobel, o a la reina Isabel la Católica. Y no tanto, como ya he dicho, por la naturaleza intrínseca de la acción, que cada uno debe valorar en su fuero interno, sino porque, según creo, existen actividades que son incompatibles entre sí, y no deben ser realizadas por una misma persona. Por lo que si, como en este caso, a lo que uno quiere dedicarse es a exhibir en las portadas de las revistas las preciosas terminaciones de las que viene dotado, está obligado a abandonar una profesión tan exigente y escrupulosa como lo es -y lo debe seguir siendo- la política.
 
            Quizás por eso, poco tiene de particular que aquella chica acabara declarando que aunque se presentaba por el PP, “era de izquierdas”, con lo que “se desnudó” a sí misma aún más que quedándose en cueros, y demostró el respeto que le merecían la cosa pública y los que la votaban.
  

           ¿Vale decir lo mismo de Olvido Hormigos, la concejala del PSOE cuyo video destinado a una persona de su confianza le ha sido robado y colgado por algún género de canalla en la red para solaz de la soldadesca de internet? En absoluto, de ninguna de las maneras. Con los datos que manejo al día de hoy y mientras no me demuestren que las circunstancias son otras que las publicadas, no veo en Olvido sino una pobre víctima de un desgraciado sin ningún escrúpulo ni vergüenza, a quién la sociedad y los medios de los que ésta se dota a los efectos, tiene que demostrarle con toda claridad que es un verdadero cerdo, que ha atentado contra lo más sagrado que tiene una persona, su intimidad, y que en modo alguno, va a sacar beneficio alguno de su abominable acción. Por lo que me uno a los que creen que por esto, por lo menos por esto, Olvido no está obligada a dimitir, le pido que no lo haga y le expreso desde aquí mi solidaridad.
 
 
            ©L.A.
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