Pablo H. Breijo - Muchas personas se hacen esta pregunta. ¿Qué sucede en aquel terreno cercano a El Escorial al que va tanta gente? La respuesta, en mi opinión, es sencilla: allí no pasa nada. Nada fuera de lo normal. He tenido la ocasión de acudir a la inauguración de la nueva capilla recientemente construida.

Antes de que se iniciase la misa a las 16:00 horas, centenares de personas ya habían tomado su sitio a la sombra o cerca de la nueva iglesia. Otras se acercaban al lugar de las apariciones. Y algunas aguardaban el inicio de la procesión en andas con la Virgen de los Dolores desde la nave industrial anexa al Prado.




Como digo, aparentemente, la cuestión es que allí no sucede nada fuera de lo normal. Se celebra misa, se reza el rosario y hay cola para confesarse con los sacerdotes. Pero, lamentablemente, dentro de lo bueno existe algo malo. Un dúo -o trío- de personas que se sienten estafadas por las “supuestas apariciones” de la Virgen María a Luz Amparo Cuevas. Se pasan el día armando jaleo a las puertas de aquel lugar en el que se reza, se asiste a misa y se recibe el perdón de los pecados. Pude presenciar como uno de los integrantes de ese dúo -o trío- enviaba, verbalmente, al infierno a un sacerdote que por allí pasaba de camino a la celebración de la Eucaristía.

Antes del inicio de la misa, tuve tiempo de contemplar cómo decenas de personas se acercaban hasta la tumba de Luz Amparo Cuevas -anexa a la nueva capilla. Algunos la llaman “nuestra madre Luz Amparo”. Otros la denominan “la sierva de Dios Luz Amparo”. Es algo que no comprendo. Quizá existía algún tipo de filiación entre aquellas personas que van desde hace años a Prado Nuevo y Luz Amparo que motive el llamarle “nuestra madre“. Desconozco también si cuando un sacerdote en una homilía en Prado Nuevo llama “sierva de Dios” a Luz Amparo Cuevas lo hace con el deseo de que la Iglesia católica pronto la nomine así o si realmente se ha iniciado el proceso de canonización y yo no me he enterado.

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